CAPÍTULO 2 : TÚ, SIMPLEMENTE, TÚ

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—Bienvenidos al hotel De luxe OC Ocho Ríos. Mi nombre es Enzo y estoy a su disposición para servirles —Nos saluda de manera automática el recepcionista.

—Enzo, ¡Uhmm! 

María pronuncia con sensualidad su nombre, a la vez que lo devora con la mirada. Sin lugar a dudas, Enzo se ha convertido en su nuevo objetivo. 

No me extraña la reacción de mi amiga, el chico en cuestión es un bombón lo mires por donde lo mires, y más con esos ojos verdes que destacan sobre su piel color canela.

—Muchas gracias. Soy la señorita Ginés, la prometida del señor Ventas —se presenta Clara, mientras da un codazo a María para que se comporte—. Él está esperando nuestra llegada. ¿Podría avisarlo, por favor?

Y en la forma en que se expresa y en su pose, es donde se ve que viene de una familia pudiente.

—Oh, sí, señorita. El señor Ventas me ha indicado que las instalemos en sus suites —explica disponiendo encima del mostrador las tarjetas de nuestras habitaciones—. Su suite nupcial se encuentra en la sexta planta, y la de sus dos bellas amigas en la quinta —Enzo guiña un ojo a María que responde mordiéndose el labio de forma juguetona—. Se reunirá con ustedes en el restaurante principal en un par de horas. Allí tienen una mesa reservada a su nombre.

Clara asiente, pero no le ha hecho mucha gracia que Rodrigo no esté aquí para recibirla. Me pongo delante de ella tratando de evitar que pague los platos rotos con el pobre Enzo.

—Clara cambia esa cara, por favor. Da un poco de margen a Rodrigo. Acabamos de llegar y seguro que está terminando todo para poder centrase en ti.

—Lo sé, pero me prometió que esto no pasaría, que vendríamos a preparar nuestra boda y no a trabajar. ¿Para qué vino un mes antes? Si ahora llego y ni siquiera está para recibirme —Mi amiga se desmorona por segundos. Todos sus miedos por los cambios que se avecinan la están agobiando—. Si esto pasa ahora, ¿qué pasará en Londres cuando sea el director? Voy a estar sola en una ciudad donde no conozco a nadie y con un bebé... —Comienza a hiperventilar.

—Para, para, no empieces.

La cojo por el codo y la retiro del mostrador para evitar un espectáculo. De todos modos, Enzo está muy entretenido mirando el escote de María.

—Nuestro vuelo salió con retraso —Intento aplacar el enfado de Clara—. Es normal que no esté. En cuanto a Londres, tenéis tiempo de sobra para acostumbraros antes de que nazca el bebé. Además, tú sabes mejor que nadie que Rodrigo ha aceptado ese trabajo por ti. Para que estés orgullosa de él y que tu familia deje de presionaros.

La familia de Clara, aparte de nadar en dinero, es muy clasista. Nunca vieron con buenos ojos su relación con Rodrigo, un simple chico de barrio. A pesar de que va a ser el director del nuevo hotel en Londres  de la cadena hotelera para la que trabaja, no siempre fue así. Él empezó desde abajo y todo lo que ha conseguido se lo ha ganado trabajando como un burro.

—Tienes razón —dice por fin más tranquila—. Quiero que todo salga bien y las malditas hormonas me tienen de los nervios. ¡No me aguanto ni yo! —bromea—. Gracias, gracias por todo. Ya bastante tienes tú con preparar tu propia mudanza para que encima yo te agobie con mis tonterías.

—Anda boba —Abanico el aire buscando espantar los temores por mi próximo traslado a Nueva York—. Mi obligación como dama de honor es calmar los nervios de la novia. A todo esto —Miro a mi alrededor buscando a la dama de honor que nos falta—, ¿rescatamos al pobre recepcionista de las garras de María?

—¡Joder! —Se sorprende Clara al ver en primera persona el cortejo de nuestra amiga—. ¡Ya está zorreando la tía! Es como tener por amiga, un tío salido pero con tetas —se queja poniendo los ojos en blanco.

Pequeña, mírame  #1 CAPÍTULOS DE MUESTRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora