Capítulo 1

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Capítulo 1

Salgo de mi cuarto y miró la hoja, observo que hay otra hoja detrás del horario, es un mapa. Localizo el Aula B y me dirijo a éste. Cuando llego busco mi salón (312, 312, 312…). No fue difícil encontrarlo. Entro, cuando lo hago un montón de miradas están fijas en mi… ¡Olvidé cambiarme! Corro afuera de la habitación y busco un baño. Encuentro uno no muy lejos de mi salón correspondiente y me cambio. De nuevo voy al aula 312 con mi cara roja. Di una mala primera impresión. Me odiarán, es seguro. Con paso veloz voy a un lugar vacío y me siento, agacho la mirada, no quiero que me vean. 

– Nombre.– se dirige a mí.

– No… No lo sé.– todas las demás se ríen haciendo que encoja los hombros y enrojezca más.

– ¿Cómo no vas a saber?– la maestra es chaparra, robusta y lleva lentes, sin embargo es intimidante.

– No lo sé– repito.

– Mmm… hablaré con el señor Elféneric al respecto. No estoy para bromas.

– ¡No es una broma!– Oops, si ya había llamado la atención, gritarle a un mayor agravaba la situación. 

– Acompáñeme, señorita.– Problemas…

Me lleva por el largo pasillo, bajamos por las escaleras, tomamos vuelta a la izquierda, luego a la izquierda de nuevo y a la derecha. Me lo memorizo por si llegara a ser útil, aunque lo dudo. Dejamos de caminar cuando llegamos a una puerta doble de madera gruesa, a su lado se posan dos guardias armados de espadas, descubrí mi temor a las armas.

– Venimos a ver al jefe de la casa. 

– Nombre.

– Sra. Reincider.

Que nombre más raro.

– Adelante.

La habitación es espaciosa, de colores rojo y negro. Tiene algunos detalles de madera de roble y oro. Es acogedor.

– Sra. Reincider. No esperaba verla.– Exclama un hombre de edad avanzada, canoso y con lentes, ojos azules.

– Esta joven dice no saber su nombre. 

– Esa joven tiene razón.

– ¿ESTÁ USTED BROMEANDO?

– Baje su tono de voz, Reincider. Acuérdese que sigo al mando.

– Lo lamento

– Mis hombres la encontraron en el bosque de las hadas, pensaron que era una de ellas y le tiraron una flecha, se equivocaron y se la llevaron. Luego la curaron.– ¿Me flecharon? Debo de mirar mi espalda.– Sus recuerdos están idos, pero se restablecerán con el tiempo. Eso creo.– La última oración la dijo tan bajito que con trabajo lo pude oír, era obvio que no quería dejarme sin esperanza.

– No sabe como se llama...

– No.

–Está vacía– creo que olvidaron que estaba presente.

– Niña, ya veremos que haremos contigo. Pueden retirarse.

– Si, señor.

Trato de seguir los pasos de la Sra. Reincider, pero me cuesta. En vez de llevarme al salón, me deja en mi habitación. La muchacha hermosa de cabello castaño se encuentra ahí.

– Leigh.– así se llama…

– Señora Reincider.

– ¿Qué haces aquí?– No parecen caerse bien.

– El señor me ordenó traerle ropa a la señorita.– Veo mi ropero, está lleno. de vestidos elegantes, ropa cómoda y una de deportes.

– Sabe que ella lo tiene que ganar.

– Él cree que ella puede tener unos... Problemas con adaptarse.– ¿Problemas? ¿A qué se refiere?– Además que ella no vino aquí como las demás, quiero decir, no trajo nada.

–Bien… Niña, hoy te quedarás aquí, Leigh te enseñará como funciona todo, trata de no perderte.– hace una pausa– ¿Ya tienes tu horario?

– Annie me lo entregó.– respondo.

– ¿Annie?– pregunta Leigh.

– Si, ¿algún problema?– Leigh no me está cayendo bien.

– Ninguno, solo que no deberíamos hablar con las de nivel inferior y tú tampoco deberías.– ¿Inferior? Como si ella fuera una doncella.

– Yo hablo con quién sea.

– Leigh tiene razón.–  Reincider tampoco me da una buena primera impresión.– Debes evitar hablar con los sirvientes, es peligroso.

– ¿Cómo va a ser peligroso?– mi curiosidad es inquietante para ellas.

–Sólo… Sólo haz caso.

Antes de que pueda hablar se retiran, dejándome sola en mi nueva alcoba, así que me pongo a revisar los vestidos. De pronto, llega Annie, ansiaba verla.

– ¿Puedo pasar?– me pregunta. No entiendo porqué no quieren que hable con ella, es muy amigable.

– Adelante.– pasa y se sienta en un sillón de piel marrón que hay enfrente de mi cama.

– Te he traído esto.– Me muestra un hermoso vestido color púrpura opaco, en la cintura hay una cadena de oro delgada, no tiene mangas… es hermoso.– Pensé que lo necesitarías, el baile llega dentro de un mes y todavía no tienes ropa.

– De hecho el señor Elféneric me trajo algo de ropa, zapatos y accesorios.

– Oh… Ya veo…– por su cara deduzco que está apenada.

– Sin embargo no me entregó un vestido tan hermoso como ese.– se sonroja, pensé que la había cagado.

– Bueno… Me voy… Nos vemos.

– Nos vemos.– Y así. mi única amiga se retira.

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