Capítulo 2

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Caminar por el bosque de Ashiu era como adentrarse en un mundo onírico

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Caminar por el bosque de Ashiu era como adentrarse en un mundo onírico. Las lluvias que se producían durante todo el año creaban numerosas capas de musgo, las cuáles se adherían a la superficie del suelo y a los troncos de las hayas, creando un paisaje dominado por el verde. También, habitaban otras especies vegetales como el acebo, ofreciendo un toque de rojo profundo.

Aquel paisaje podía resultar hermoso a simple vista, una descripción de un cuento de hadas hecha realidad, pero era todo lo contrario. Además del musgo y del acebo, se podía apreciar una gran variedad de plantas parásitas. Estas, poseían formas y colores llamativos que parecían inofensivas, pero en realidad contenían oscuros secretos. Para otras especies vegetales suponía su total infección y para los seres humanos, aunque en cierto modo no eran mortales, si que afectaban a su salud.

Yoongi observaba con sus oscuros ojos gatunos los árboles que iban quedando detrás de él, con la mente puesta en otro lugar. Se había despertado en mitad de la noche con la mente aún turbulenta por el sueño y el pánico, con su cuerpo cubierto por un sudor frío, intentando recordar más detalles de su pesadilla. Había sido imposible. No entendía porque siempre soñaba con la silueta de un niño y sus espantosos gritos. Parecía incluso que pudiera sentir el olor a quemado en aquella habitación.

—Míralos, ni siquiera se inmutan ante nuestra presencia... —susurró Taehyung mientras observaba al cuarto serau japonés que se cruzaba en su camino, sacando a su amigo de sus pensamientos.

El animal se asemejaba a un antílope pequeño, pero con un cuerpo algo más compacto y robusto. Su pelaje era grueso y largo, con motas grisáceas y blancas. Con el comportamiento pacífico que le caracteriza, al contrario de lo que podría parecer con sus cuernos cortos y puntiagudos, acercó su hocico a un grupo de pequeñas flores silvestres y empezó a masticarlas.

—Suelen ser inofensivos si no representas ninguna amenaza. Eso no quiere decir que no te vaya a atacar si le molestas, claro —explicó Yoongi observando al castaño, siendo conocedor de su falta de conocimiento en ciertas ocasiones.

—Así que ni se te ocurra hacer alguna tontería —amenazó Zico mientras observaba el mapa entre sus manos—. Faltan unos quince minutos para llegar a los campos principales. Una vez allí tendremos que buscar las casas de huéspedes e instalarnos. Tendremos que camuflarnos hasta la noche. Ahí empezará el trabajo de Lisa.

A unos pocos pasos se encontraba la recién nombrada, con una mueca de concentración en su rostro. Su largo cabello castaño oscuro flotaba suelto por detrás de ella, cayendo como una cortina hasta la mitad de su espalda. Al contrario que en el día anterior, esta vez su hakama giraba en torno a tonalidades marrones: la parte inferior de color canela y la superior de un marrón café. Colores neutros y poco llamativos que solían llevar las jóvenes de Miyama.

Era consciente de la enorme tarea que tenía por delante, ya que al ser la única mujer en el pequeño grupo debía emplear todas sus tácticas de seducción, todo con el objetivo de que Taeyang cayera en su trampa. Se le revolvían las tripas al pensar que tendría que comportarse como una chica sumisa, ya que en general los soldados se sentían traídos por las mujeres inocentes. 

Lo que arde [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora