Irene
15 AÑOS
Era mi primer año en esta escuela secundaria, pero ya sabía todo sobre la alumna que habían transferido desde una preparatoria privada. Al parecer que no había hecho nada durante el año, con respecto a lo académico, y se había metido en demasiados problemas, como responderle a los profesores, hacer grafittis, fumar en el territorio de la escuela, arruinar propiedad de la misma, entre otras cosas.
Se suponía que estuviera un año más adelante que yo, pero la habían puesto en el mismo, ya que no había pasado ningún examen en su otra escuela. No se unió a ningún club, tampoco parecía tener amigos, y se vestía siempre con colores oscuros. Tenía rizos castaños, siempre despeinados, pero solía alisarlos con frecuencia. Sus ojos eran grandes y azules, y los delineaba de negro.
Me parecía que su hermosura era ruda y su porte estaba lleno de resentimiento, por lo que decidí que quería fotografiarla para una de las consignas del club al que pertenecía. El club de fotografía, valga la redundancia.
Pero parecía imposible acercarse a ella. Cuando la buscaba no la encontraba, y cuando lograba ubicarla, su presencia la evadía. Era escurridiza. Por eso, un día, decidí seguirla apenas la vi, a la salida de la escuela.
—¿Cuál es tu problema? —me increpó ella, habiéndose dado cuenta de que Irene la seguía.
Intenté reír para disimular la vergüenza.
—Lo siento. Es que nunca logro dar contigo, esta pareció ser la única manera.
—¿Acosarme? —preguntó con bronca.
Su rostro enojado... Me daba ganas de fotografiarlo. Lo que era más, no era solo su rostro fruncido, sino que todo su cuerpo parecía emitir furia. Su lenguaje corporal era asombroso.
Le mostré mi cámara de fotos.
—¿Me dejarías usarte para mi proyecto de fotografía, por favor?
Fui respondida con una ceja enarcada. La chica dio la media vuelta y continuó caminando por la acera que rodeaba la escuela. La seguí.
Ella me miró por sobre su hombro, fulminante.
—¡No me sigas! —espetó.
—Me gustaría que escucharas lo que tengo para decir...
—No —interrumpió—. Vete.
Me rehusaba a darme por vencida. No estaba en mi naturaleza.
—¡Por favor! Al menos dime tu nombre.
Ella suspiró sonoramente, con fastidio, y aminoró un poco su marcha.
—¿Para qué quieres saber mi nombre? Vete de aquí.
—No puedo, porque finalmente he encontrado a una persona digna de fotografiar. Eres muy expresiva.
—¿Cerrarás la boca si te digo mi nombre?
—Puede ser.
Me miró de reojo, sin dejar de caminar.
—Es Kate.
Sonreí y le tomé una foto.
—Kate, ¡un gusto! Yo soy Irene.
—¡No me tomes fotos! ¡No he dicho que sí! —bramó.
Parpadeé, confundida.
—Pero me dijiste tu nombre, pensé que estabas aceptando.
—¡Vete a la mierda!
ESTÁS LEYENDO
Lazos invencibles (Lazos 0)
Chick-LitHistorias del pasado de los personajes de Lazos irreversibles y Lazos irrompibles.