Ónix y Miel {R27} Khr

IX

-Nos han dejado encerrados.

-Genial, el día ya no puede empeorar más-respondo mientras suspirando me siento en una de las esquinas de la pequeña cabaña en la que me encuentro atrapado, aunque me arrepiento de mi decisión al momento. El suelo está lleno de tierra y pequeñas rocas afiladas, puedo visualizar como hay múltiples telarañas adheridas a objetos a mi alrededor, hace frío y de alguna manera ahora el olor a humedad es más fuerte que cuando estaba de pie. Aun así, parte de ese arrepentimiento se disuelve rápidamente en el aire cuando el azabache a mi izquierda se dispone a avanzar hasta mi lugar y agachándose, se posiciona a mi lado.

Rápidamente me veo envuelto por su calidez y sin pararme a pensarlo dos veces, dejo que mi cabeza descanse cómodamente en uno de sus hombros. Reborn por otro lado, no hace ningún anden por detenerme, sino que al contrario, se mueve aún más cerca y de igual forma, apoya su cabeza contra la mía. No hace falta mencionar el gran sentimiento de paz que inmediatamente me producen sus actos, no creo que sea el sentimiento más acertado para la absurda situación en la que nos encontramos, pero ya me he acostumbrado a que mi cuerpo actue involuntariamente a su presencia. Con tal pensamiento en mente, no puedo evitar soltar una pequeña risa.

-¿Me puedes explicar qué tiene de gracioso esta situación?-enseguida cuestionó el mayor a mi lado, intentando girar momentáneamente su cabeza para atrapar mi mirada.

-Es la situación en sí lo que me hace gracia, lo último que me hubiera esperado para hoy era acabar encerrado en una casa abandonada con Renato Sinclair.

-Bueno, tengo que admitir que eso tampoco estaba en mis planes-respondió Reborn de igual manera, y aunque me era imposible ver su rostro, podía ver una suave sonrisa en el tono de sus palabras.-Sobre todo, porque al principio del día, casi ni sabía de tu existencia.

Soy consciente de que esas palabras estaban destinadas a ser solo una broma más, pero el oirlas, tuvo un efecto diferente en mi, recordándome que tal y como él había dicho, esta mañana ninguno de los dos era vagamente consciente de la existencia del otro. Para mi solo era el "idol" del instituto, del cual todo lo que sabía era por rumores, al igual que para Reborn, yo solo era "Dame Tsuna" un estudiante inútil más. ¿Acaso no era raro? ¿Cómo dos completos extraños, que nunca habían hablado antes de hoy, conseguían llevarse tan bien inmediatamente?

Lo peor es que si yo mismo tenía estos pensamientos, no quería ni adivinar qué opinaban los otros alumnos del instituto. Soy consciente de que ya han estado hablado de la extraña cercanía que hemos tenido en el día de hoy, quien sabe lo que dirán si se enteran de la situación actual en la que estamos...

-Oye, ¿estás bien?-Es la pregunta de mi compañero la que me saca de mi hilo de pensamientos y consigue devolverme a la realidad. Hay un ligero ápice de preocupación en su voz, por lo que seguramente he de haber hecho una muestra extraña mientras me encontraba inmerso en mis preocupaciones.-Solo era una broma

-Losé, tranquilo, no es eso lo que me preocupa.

-¿Entonces...?

-Bueno..., no solo estaba pensando que la gente empezará a esparcir rumores si Xanxus empieza a divulgar a todos nuestra situación.-respondo mientras que distraídamente observó como varias motas de polvo flotan a nuestro alrededor. La habitación está en completa oscuridad excepto por algunos halos de luz solar que pasan por las grietas de una pared cercana, consiguiendo darles un aspecto brilloso mientras danzan grácilmente en el aire, siendo en estos momentos mi mayor consuelo.

-¿Y?-respondió el mayor con indiferencia a mis palabras.-Si quieren hablar que hablen, no veo el problema.

-El problema vendrá luego, se que odias los rumores y que no les das importancia, pero desgraciadamente hay mucha gente que no piensa o actúa igual.