KiBum respira profundamente por la nariz mientras sus puños se aprietan. Tiene demasiadas ganas de arrojar su teléfono contra el pavimento, y nunca más volver a ver esto.
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— Voy a matarte, Kim JongHyun — escupe KiBum, apretando su teléfono como si quisiera romperlo. — Así que para esto querías tener un Iphone 11...
Su estómago se revuelve, porque es increíble que haya gastado su último sueldo como practicante para comprarle un teléfono móvil al genio, y que este lo utilice para ABRIR UNA CUENTA EN GRINDR. ¡UNA APLICACIÓN DE CITAS PARA GAYS!
Maldita sea.
KiBum no sabe si su molestia es porqje su dinero se ha ido al demonio, o porque JongHyun le acaba de romper el corazón con esto de buscar citas.
Quizá sea lo segundo.
Quizá.
No puede esperar el momento de llegar a casa y quitarle la contraseña de wifi a ese idiota. O peor, cortar la ración de manzanas por un largo tiempo.
Es que ¿Cómo se atreve? ¡Incluso ha usado sus poderes para verse como un chico atractivo, de piel oscura y brazos fuertes! ¡Cuando no es así!
Además ¿24 años? KiBum sabe perfectamente que tiene como ciento ochenta, por favor.
JongHyun debe estar consumiendo estupefacientes dentro de esa maldita lámpara, porque otra explicación no hay.
— ¡Hyung, éste hombre es completamente tu tipo! — exclama TaeMin, entrando a su oficina sin siquiera tocar la puerta. — Mira, aquí dice que si tienes ojos de gato y boca en forma de corazón te pedirá matrimonio.
KiBum lo mira con desinterés.
— ¿Tengo cara de que eso me importe? — escupe con sarcasmo a su compañero de trabajo.
— No — le responde TaeMin, cruzando los brazos sobre su pecho. — Pero creo que sí tienes cara de necesitar un macho que te joda contra el colchón.
— ¡Y-yah, Lee TaeMin!
El menor ríe a sus anchas, viendo al rubio sonrojarse. Nadie mejor que él sabe lo vacía que es la vida amorosa de KiBum, y desde hace meses.
Lo que no sabe es la razón de ello. En otro tiempo su hyung se la pasaba saltando como conejo de cama en cama, en busca de alguien que sepa encontrar su próstata sin necesidad de tumbarle el intestino grueso a empujones.
Pero increíblemente, esos encuentros han dejado de suceder, y poco a poco se está volviendo un sujeto bien portado que no va a fiestas ni mucho menos duerme en casa ajena.
Es curioso, y a la vez perturbador.
— ¿Puedo preguntar por qué estás de mal humor? — se anima a cuestionarlo. Sentándose frente a él con curiosidad de su respuesta.
— No, no puedes — le dice KiBum, tomando su chaqueta, su mochila y su teléfono en la mano. — Saldré temprano así que tendrás que cubrirme.
— Pero hyung tú ... — TaeMin lo sigue hasta la puerta, sonriendo ante las mejillas rojas del rubio. — Oh, ya entendí. Tienes una cita con alguien ¿no es así? Tu alter ego “El conejito KiBum” volvió.
El rubio hace una mueca. Prefiere mantenerse en silencio porque en efecto tendrá una cita, pero en ella asesinará a un idiota con cara de perrosaurio.
A él nadie le rompe el corazón y sale ileso de ello.
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