El día que se acabó el amor

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KiriAsuWeek2020

CANON

Día 5: Correspondiente al domingo 4 de octubre.

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California, Estados Unidos.

La alarma en el despertador, por enésima vez volvió a sonar. La claridad en la habitación denotaba lo tarde que era, el sol de verano hacia pelear al ventilador, que parecía no poder controlar la oleada de calor.

A pesar de la inclemencia del clima, el dueño de casa no parecía querer despertar. Se había cubierto la cara con la sábana y dormía boca abajo, aunque estaba despierto, solo fingía descansar.

Los innumerables pensamientos que rondaban en su cabeza, eran los que le obligaban a quedarse en la cama.

La alarma de forma ruidosa, cual estuviera harta de intentar despertarlo, volvió a sonar.

Según lo planeado iba a ignorarla, pero el crujido de su estomago, le dio un motivo para dejar de lamentarse y levantarse así buscar calmar su insistente hambre.

No hizo por calzarse, caminó entre el desastre en que se había transformado la habitación en los últimos días. El lugar estaba muy descuidado, hasta una araña había hecho su arte en la ventana.

Debía limpiar o pagar a alguien que lo hiciera.

Dejando esa decisión para más tarde se enfocó en lo que le rodeaba. La cocina estaba en mejor condición que el resto del lugar. Siendo poco habilidoso en lo culinario, lo único que se le ocurrió preparar fue un emparedado, tenía el pan sobre la mesa, el resto debería estar en la nevera.

Cuando sus cansados orbes se toparon con el electrodoméstico, le llamó la atención la nota que sobresalía entre la cantidad de papeles y fotografías pegadas ahí. El pecho le dolió.

Dejé el desayuno en el microondas.

Nada más que esa simple oración, algo que le hizo sentir fatal.

Tras quedarse varios segundos leyendo una y otra vez el mensaje, por fin decidió moverse para buscar aquello. Lo normal sería calentar la comida, algo que no hizo. En su estado no serviría de nada comer algo caliente.

Casi estuvo una hora sentado en la mesa.

Suficiente para continuar con sus fatales pensamientos, observaba todo a su alrededor y lo que fue un sueño se estaba convirtiendo en una pesadilla. De la cual no podía escapar.

Ya casi eran tres años desde que se establecieron en ese lugar. Tres felices años que en el último mes fueron turbulentos que casi le hacía caer de rodillas.

Aún podía recordar la sonrisa apenada de Asuna cuando aceptó irse con él, le juró que lo seguiría hasta el fin de la tierra. Y, nunca dudó de sus palabras. Fue tanto el regocijo que le invadió que decidió ir a la residencia Yuuki y exponer los planes a futuro que tenía.

Fue aterrador enfrentar por segunda vez a Kyouko. Le intimidó, aún así, obtuvo su permiso, además de aceptar varias condiciones para poder llevarse a Asuna lejos de Japón.

Se esforzaron mucho para despedirse de sus familias y amigos sin remordimiento de nada. Comenzaron esa aventura con el fin de iniciar a escalar hacia sus ilusiones, sus sueños. Los primeros seis meses fueron como su segunda luna de miel, aún eran adolescentes con hormonas alborotadas y estaban muy enamorados. Si no fuera porque debían asistir a la universidad hubieran pasado todo el día en la cama.

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