Capitulo 2-Un conjuro realizado

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Era de mañana, mi despertador sonó eso indicaba que era otro día de quehaceres en el colegio. Con pereza me levanté. Mis pies tocaron el frío piso y eso me hizo estremecer. Me puse mis pantuflas y fui al armario para ponerme mi uniforme, después fui al tocador para arreglarme y tomé mi mochila dándole un último vistazo para ver si había puesto todo, al percatarme de que estaba todo en orden salí de mi habitación.

Bajé por las escaleras algo apurada ya que deseaba llegar temprano por lo que debía tomar mi desayuno lo más pronto posible. Al entrar vi a mis hermanos peleando por tonterías en la cocina dejando un desastre. Decidí ignorarlos, trataba de no comenzar mal mi mañana. Serví un poco de cereal en un tazón luego le puse leche y me senté a comerlo en silencio en una silla alejada donde casi no daba la luz del sol. Escuché pasos, levanté la mirada, era mi madre, estaba parada observando todo con un gesto de desaprobación. Mis hermanos al verla se separaron y cada uno fue a un asiento cohibidos por su presencia.

—Ejem, queridos hijos buenos dias no se les olvide que un Blight debe ser aplicado en el colegio, no me decepcionen—su mirada se enfocó en los gemelos que miraban a otro sitio— y traten de ser más civilizados por el amor del titán, no somos unas reptibestias. Tengan un buen desayuno—se quedó un buen rato allí mirando a cada uno de nosotros fijamente para cerciorar que todo estuviera en orden y luego se dirigió a su lugar de trabajo como era costumbre.

Era el mismo sermón de todos los días yo ya lo sabía de memoria, a mis hermanos no les importaban ser los mejores solo querían diversión. Continué mi desayuno y al momento de dirigirme al baño a lavar mis dientes me detuvieron rodeandome impidiendo que entre a la habitación.

—Hola mittens—dijeron los dos al mismo tiempo.

—¿Qué rayos quieren ahora?, que no ven que se hace tarde para ir a Hexside—Los miré furiosa mientras ambos ponían una sonrisa tonta en sus rostros.

—Vamos solo queríamos saludar a nuestra pequeña hermana—decia Emira mientras revolvía mi cabello.

—Solo quiero que me dejen en paz un dia—contesté molesta apartando su mano bruscamente y acomodando mi precioso peinado ahora hecho añicos.

—Esta bien mittens te dejaremos tranquila—comentó tranquilamente aun teniendo su boba sonrisa—te estaremos esperando afuera pero si vemos que tardas nos iremos sin ti ¿no es así Em?—bromeó.

—Nuestro tonto hermano tiene razón así que apresúrate señorita perfecta—soltó unas risitas.

Vi por unos instantes como se marchaban a la sala de estar. Tardé 5 minutos haciendo mis cosas. Me incorporé con mis hermanos quienes estaban murmurando cosas que no me interesaban pero al verme sonrieron más que la vez anterior. Comenzaron a molestarme con que Luz me gustaba y que quería que fuera su novia lo cual era cierto pero me avergonzaba que lo gritaran a los cuatro vientos. Ellos se mofaban de como me ponía colorada al estar cerca de ella y como hacía estupideces cuando hablaba con ella o trataba de hacerlo, realmente me enfadaba pero si no fuera porque deseaba tener puntualidad en la escuela les hubiera dado una lección.

Me adelanté ignorandolos, quería tener aunque sea segundos de paz. En el trayecto observaba lo que ocurría a mi alrededor. Aquella mañana era hermosa, el cielo despejado, no había tanto calor, multitud de gente estaba realizando sus actividades diarias, todos concentrados y saludando a sus conocidos amablemente. Mis hermanos se encontraban metros atrás hablando de cosas sin importancia para mí.

Llegué a la escuela puntualmente, fui a mi casillero para dejar mi mochila y tomar lo que me tocaba para la clase que comenzaría en minutos y me fui al aula para tomar mi lugar, no me había fijado de que Luz se encontraba a lado mio, eso me hizo sentir nerviosa. Antes de que pudiera reaponderle su saludo el profesor vino y nos informó que la clase seria afuera, ya que había un duelo de abominables entre todos los grados para ver cuanto hemos avanzado y demostrar a los grados inferiores lo que podrían ser si se esforzaran.

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