Epílogo (Parte 1)

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Shuhua se encontraba andando por las calles de Seúl. Ese día se cumplían 4 años desde que se había mudado a la capital para estudiar y, eventualmente, se había quedado tras encontrar un muy buen trabajo como redactora en un importante periódico. Al principio solo le daban para redactar lo menos importante del día, pero, poco a poco, sus supervisores estaban explorando su potencial y más protagonismo, lo que ella agradecía mucho.

Después de aquel tiempo, sólo había vuelto a su pueblo en contadas ocasiones, principalmente en festividades importantes, pues el trabajo no le daba para más. Le había pedido a su padre que se mudara con ella a la capital para poder verlo más, pero él había insistido que no quería intervenir en su vida y que prefería seguir en el lugar que los había acogido cuando se mudaron de Taiwán, por lo que no le quedó otra que aceptar el deseo de su padre. Iba pensando en él, cuando se chocó con otra persona por la calle, tirando al suelo los papeles que llevaba. Estos acabaron junto a unos pinceles que la chica asumió que serían de la persona con la que había chocado.

- De verdad que lo siento, no miraba por dónde iba. Me disculpo... - pero no pudo terminar la oración, pues levantó la cabeza y se encontró con unos ojos que llevaba años sin ver. Unos ojos que la hacían perderse cada vez que los miraba y que la habían conquistado cuando tenía 18 años. - ¿Soojin?

- Hola Shuhua. Me alegro mucho de verte. - la morena le sonrió, provocando un gran sonrojo en su rostro que no había sufrido en mucho tiempo. - Pero será mejor que nos levantemos, que seguro que la gente nos está mirando raro. - ambas rieron y recogieron sus cosas para ponerse de pie. - Definitivamente, algunas cosas no cambian por mucho que pase el tiempo. - Shuhua no pudo evitar volver a sonreír ante aquello y recordar los viejos tiempos.

- Y además de verdad. ¿Qué tal estás? ¿Qué haces por aquí?

- Pues supongo que lo mismo que tú, trabajar. Cuando acabé la universidad me mudé aquí para poder dedicarme a lo mío. De momento doy clases de arte en una escuela, mientras pinto para particulares. ¿Y tú? ¿Qué es de tu vida?

- Pues trabajo para un periódico, pero, mientras tanto, escribo lo que se me pasa por la cabeza. A lo mejor de algo de eso sale alguna novela.

- Realmente no me extraña nada. Escribes increíblemente bien. - Shuhua se volvió a sonrojar. ¿Cómo podía tener ese efecto en ella después de tantos años?, se preguntaba internamente.

- ¿Tienes algo que hacer ahora mismo? Por invitarte a un café y ponernos al día. - aquellos arranque de valentía siempre habían sido la perdición de Soojin, por lo que le fue imposible decir que no.

- No tengo nada importante, pero ¿te apetece más un batido de fresa? – a Shuhua se le volvió a iluminar la cara. Hacía tiempo que no se tomaba uno y, que la chica se acordara de aquello, le parecía increíble, después de todos los años que habían pasado.

- No me puedo creer que aún te acuerdes. Eres increíble. – cuando se dio cuenta de que aquello había salido de su boca y no se había quedado en su mente, se volvió a poner como un tomate.

- Me acuerdo de las cosas que son importantes de la gente que me importa. – el color de la cara de Shuhua aumentó después del comentario de Soojin, aunque, para no cebarse más con ella, sonrió y la agarró del brazo para caminar juntas. – Vamos, conozco un sitio donde hacen grandes batidos.

Cuando se sentaron en el local, la conversación empezó sobre cosas banales de sus años de universidad. Ambas se relajaron bastante estando con la otra, como si el tiempo no hubiera pasado y siguieran siendo las chicas de 18 años que quedaban para tomar algo después del ensayo del coro. A pesar de que habían pasado por más cosas, estaban igual de cómodas con la otra. Para ellas, el tiempo no había sido significativo, porque se sentían igual que siempre con la otra. Pero también sabían que había cosas que estaban evitando y que iban a hablar en algún punto de la conversación.

𝓠𝓾𝓮𝓻𝓲𝓭𝓪 𝓢𝓸𝓸𝓳𝓲𝓷 - 𝓢𝓞𝓞𝓢𝓗𝓤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora