Parte 1

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Denva es una de las más grandes marcas de moda. Empezó en un pequeño barrio de Seúl, Corea del Sur, en un humilde local; y luego de solo 4 años se había convertido en una de las marcas más reconocidas en Corea. Se podría decir de Asia también, y estaba expandiéndose a occidente.

Como toda gran marca, buscaban siempre a los mejores modelos que lucieran a la perfección sus finas ropas, sus fragancias, sus accesorios y calzado. Es decir, que fueran la viva imagen Denva, y entre los pasillos de ese gran edificio, entre ese caos de telas, bocetos, pero también de muchas charlas agradables con cafés en mano, Seokjin era el modelo preferido y más conocido.


Estaba trabajando con ellos desde hacía 3 años, era de los más antiguos, por no decir el más, y todos sabían de él. Si no era por su bello rostro y gran porte, que lo hacía perfecto para ponerle cualquier look, porque siempre iba a lucirlo, él era reconocido por ser muy amable y dulce con todos, no había a un solo trabajador de la empresa al que él no saludara o intentara ayudar si tenía la oportunidad.

Y esa mañana, no sería la excepción.


Seokjin entró al edificio con su agradable sonrisa y aura tranquila, feliz de poder ir cada día a hacer lo que más le gustaba, cosa que era entendible, porque desde que era un pequeño con rosadas y tiernas mejillas, había estado encantado con la moda.

Amaba vestirse con las ropas de sus padres, creando looks muy divertidos y sin armonía, pero causando ternura en sus progenitores quienes siempre lo apoyaron y lo inscribieron en cuanta academia de modelaje se encontraran, y el pequeño iba feliz a aprender todo lo que se podía. Más feliz era aún cuando lo llamaban para participar en pequeñas campañas para ropa de niños o cosas por el estilo.

Él había nacido para estar en ese ambiente.

Así, con el paso de los años, había crecido no solo en tamaño, volviéndose el apuesto modelo que muchas marcas se morían por tener para ellos, sino también en la industria, posicionándose como uno de los más reconocidos. Tanto que incluso las productoras de dramas o películas querían tenerlo en algún proyecto.


- Buen día Seokjinnie. - Lo saludó Miyeon, la dulce y amable secretaria de la empresa, y su mejor amiga.

- Buen día Miyeonssi. - Le respondió mientras se apoyaba en el mostrador del elegante escritorio. - ¿Alguna noticia para mí?. - La chica revisó enseguida su agenda.

- Lo usual. Quieren que te hagas pruebas de vestuario, van a revisar cómo está tu cabello y piel, así que tal vez propongan un cambio de look pronto... -

- Espero no sea rojo otra vez, están pidiéndome eso hace tanto tiempo. - Seokjin pasó sus dedos por su cabello color castaño claro, como si quisiera tranquilizarlos de que nadie iba a volverlos de color rojo.

Miyeon lo observó con una sonrisa, sabiendo lo mucho que su amigo se resistía a ese color. - Creo que ya abandonaron la misión. - Regresó su vista al cuaderno frente a ella, para luego abrir bien grande sus ojos y revisar la hora en la pantalla de la computadora. - Bueno, no me odies, pero te quedan 15 minutos para llegar al piso donde se hacen las sesiones y prepararte.

- ¿Qué? - Seokjin no sabía si había escuchado bien, pero algo en el intento de sonrisa inocente de su amiga le decía que la mala noticia era cierta.

- Hay una sesión conjunta para una campaña que están comenzando. - Le explicó su amiga mientras se ponía de pie.

- Y yo tengo solo 15 minutos para llegar al piso 8 y arreglarme, eso sin mencionar que van a darme el sermón de mi carrera. - Seokjin ya se sentía nervioso, odiaba tener que hacer las cosas de forma apurada y de imprevisto, y odiaba llegar tarde a algún lugar.

- Correcto amigo mío. Eres el mejor, oppa, todos te aman y eres un dios que logra verse increíble en solo 5 minutos. - Miyeon lo llenó de palabras, halagos y ánimo mientras lo empujaba hacia el ascensor para evitar que pierda más tiempo, y para que no tuviera tiempo de molestarse con ella.

Aunque Seokjin jamás podía molestarse con nadie, y menos con su mejor amiga.


El mayor no pudo decir ni una palabra más, puesto que las puertas del ascensor se cerraron dejándolo solo con sus nervios, y decidió aprovechar el trayecto para planear su mejor cara de pena y disculpas, por su bien y el de su mejor amiga. Eran muy pocas las veces que él había llegado tarde a una sesión, o había contado con poco tiempo para prepararse. Tal vez en realidad jamás le había pasado, y por eso tenía tantos nervios.


Esa sesión ya lucía a desastre para él.

Denva; namjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora