❁ gιrαsσιεs ❁

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La tenue luz que entraba por su ventana fue suficiente para que despertara. Se sentó en la cama y se estiró, frotando sus ojos para mejorar sus visibilidad y que el sueño se fuera por completo.

No hizo falta ver la fecha marcada en su calendario, pues llevaba esperando ese día durante casi dos semanas desde que encontró el regalo perfecto para su padre.

Se cepillo los dientes y acomodo su cama. Se visto como comúnmente: una falda rosa recta, su sudadera amarilla, medias negras. Se ató su cabello en una perfecta coleta alta, dejando que el solo flequillo enmarcará su cara.

Posteriormente, tomó asiento frente a su escritorio, donde un libro color rojo y con el sello de su clan adornaban la portada. De lado, yacían reposados un papel para envolver y un moño color amarillo, color que la representaba.

Mientras hacía y deshacía, entonaba una canción Bonita, la hacia sentir bien y le daba más energías.

– ¡Bien! El regalo ya está listo, solo elijo mi atuendo e iré a desayunar.

De su armario escogió una de sus vestidos favoritos y que menos usa, un ligero vestido amarillo a la rodilla y de tirantes, se ciñe a su cintura y lo demás contiene una falda holgada. Resalta su figura y unas zapatillas de tacón querían perfectas.

Lo dejo todo sobre su cama y se encaminó a la cocina, tomando una manzana para saciar su apetito en lo que la comida fuerte estaba completada.

Se sentía feliz al estar con todos, aunque que la vez decepcionada de que su padre no estuviera con ellos, aún siendo que casi nunca estaba, lo seguía echando de menos cuando estaban sentados en la mesa.

Es por eso que siempre aprovechaba cuando este la llamaba para que realizara una misión, le llevaba comida y su padre nunca la deja irse sin antes darle un abrazo.

Es sobreprotector, al igual que su hermano. Ambos nunca dejan que algún chico se le acerque dentro de la Aldea y los ahuyentan, es complicado lidiar con alguien que pospone su trabajo el dia de San Valentin para escoltar a su hija por todas las calles de Konoha.

Aún con eso, le gustaba. No comprendía el hecho de la insistencia de los chicos al darle una simple flor o un presente aquel día de febrero, o cualquier otro dia. No se consideraba lo bastante Bonita como su madre, a quien admiraba su interminable belleza, la vieras del ángulo que la viera, Himawari no se comparaba en nada a tal esplendorosa belleza de su madre.

Por mucho que su padre la sobreprotegiera los días festivos y la escoltara, salía con tal de que este la siguiera y pudiera pasar tiempo con el, preparaba chocolates y los compartían en el parque. Para ella, su padre era el hombre perfecto: fuerte, apuesto, amable, gracioso, etc.

El único hombre de su vida al igual que su hermano, a quien admira desde que tiene uso de memoria. Ambos son sus pilares y sus ejemplos a seguir.

Avanzar siempre adelante, sin retirar nunca lo que se dice... La frase perfecta para inducirla a seguir sus pasos, a querer ser fuerte y dedicada con su aldea.

Nunca se lo ha dicho a nadie, pero aspira a ser Hokage, una igual a su padre, que sea respetada por las aldeas y países shinobi, que sea querida por las personas y admirada por muchos, sobre todo, que mantenga La Paz futura y presente.

Su madre le pidió hacer algunos mandados después del almuerzo, los cuales cumpliría con gusto y rapidez, pues debía hacer la tarta favorita de su padre que había prometido días atrás.

Las calles eran concurridas, la sociedad y tecnología había avanzado demasiado después de la cuarta guerra ninja. La gente la saludaba amablemente y ella correspondía el gesto de igual manera.

✧⇢ 𝐓𝐔 𝐏𝐑𝐄𝐒𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀 ⇠✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora