1-Leyla

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  El aire frío daba en mi rostro como si de alfileres se tratase y movía mi pelo de forma relajante otra prueba de que el ser humano es masoquista , esa noche se podía ver un claro ejemplo en mí . Ya la medianoche marcaba el reloj y yo estaba allí en mi cuarto , mi lugar seguro con la ventana abierta en pleno invierno y haciendo  la tarea para el día siguiente.  Alguna ves han sentido que  lo que hacen les queda demasiado grande , que esperan demasiado de ti al punto que te  ahogas , yo estaba llegando  a ese punto , sin salida de emergencia, ni nadie en el que aguantarme . 

  El ruido de  la puerta me distrajo de mis pensamientos , me limpié los ojos por las lágrimas retenidas y conteste a la persona que seguramente estaba al otro lado de la puerta.
  
-Está abierto mamá - abrió la puerta y pude ver su pelo negro y recortado y sus gafas asomarse por la puerta -
-Duerméte pronto que ya es tarde.
- Esta bien mamá.  Buenas noches
-Te quiero hija - Y desapareció volviendo a cerrar la puerta dejándome sola en la habitación , otra vez.

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