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Sonó mi alarma, dandome a entender que era hora de levantarse. El nuevo mañana ha llegado y ansiosa por eso, me apresuré a realizar mis que haceres lo más rápido que mi cuerpo me permitió. Aunque no hacia mucho de aquí al colegio, procedí a ponerme mis zapatos con rapidez ya que Amane también podía llegar temprano.

Comencé a alejarme a paso rápido de casa, por supuesto, despidiendome de mi madre. La cual me cuestionó el porque iba tan temprano al colegio si yo siempre tenía la maña de llegar tarde a lo que solo respondí: "son cosas de la vida" mientras le restaba importancia.

Una frase que me identifica sería: "cada vez falta menos" y bueno, cada paso hacía que los metros disminuyeran poco a poco, hasta que llegué al barandal que conecta el colegio con la calle. Bien, parecía un poco solitario, no les voy a mentir. Para mi buena o mala suerte ya estaba abierta para los estudiantes, llegaban algunos pocos y eso me hacía sentir más segura. Me aseguré de traer la nota escrita conmigo en mis manos temblorosas, realmente espero que Amane no esté en el salón.

Me adentré en el salón de clases intentando no hacer ruido por si alguien estaba ahí, abrí la puerta con cuidado para asegurarme de no molestar y en caso de que un individuo ronde por ahí, yo tenga la oportunidad de esconder la nota lo más rápido que me sea posible. ¡Bien! Nadie ha llegado aún, así que tengo la posibilidad de depositar la nota antes de que llegue Amane, aunque no puedo negar que estaba nerviosa.
No puedo comparar esto con una declaración de amor frente a esa persona, pero es similar y mi corazón late tan rápido que no sé como calmarme. Ahora mi plan es dejar mi mochila en mi pupitre y salir al jardín a relajarme un poco antes de iniciar las clases. Procedí a ir al determinado lugar ya mencionado y me senté en el suelo donde yacía césped en donde me acosté, el viento soplaba y estaba un poco helado, pero se sentía tan bien, era una sensación increíble.
No me había dado cuenta que a mi lado estaba alguien, él estaba tranquilo y se relajaba conmigo hasta que habló un poco.

—¡Buenos días, ______!— soltó haciéndome saltar del susto. Y ahí estaba de nuevo, su tono juguetón pero su sonrisa era la que podía matarme. —Llevas bastante tiempo aquí sola, ¿no te diste cuenta cuando llegué?— a lo que negué con la cabeza. Ahora que lo observaba, él estaba un poco sonrojado y lucía nervioso.

—¡Estaba muy relajada! En verdad no me dí cuenta, ¿hace cuánto llegaste, Yugi?— volteó a ver al cielo donde estaba el sol siendo opacado por las nubes blancas que permitían la vista hacia el cielo. Admirar su perfil bajo el cielo azul, podría decir que hasta es mágico.

—Llevo como diez minutos aquí.— y volvió a sonreirme, se veía tan tranquilo que incluso me preguntaba, ¿por qué estaba sonrojado? ¿Acaso estaba observando a alguien más? Aunque si le gustara alguien más, está bien. No tengo porque entrometerme en su vida, pero aún así tengo la curiosidad de saber quién es. Observe a mi alrededor pero no había nadie más en nuestro alrededor a lo que me pregunto, ¿cómo es que llegó Amane aquí?

—¿Cómo me encontraste?— pregunté dudosa. Simplemente me da curiosidad como me encontró ya que no estamos en la entrada de la escuela y verme sobre los ventanales de la escuela creo que sería un poco difícil de identificarme.

—No hace mucho llegué a la escuela, suelo dar paseos ante de que comiencen las clases. No está demás relajarse admirando la naturaleza que está dentro de la escuela, ¿no es así?— me explicó haciendo expresiones con las manos y los ojos al mismo tiempo. —¡Además!— exclamó emocionado. —Me gusta ver las flores y los animales que corren en el jardín. Podría sonar un poco asqueroso pero es interesante.— Y ahí me di cuenta que su amor por la ciencia era igual de grande que las estrellas. Negué con la cabeza al escuchar su oración final.

—No creo que sea asqueroso, más bien, si a ti te gusta eso, ¿por qué deberíamos pensar de esa manera?— cuestioné haciendo que me observara fijamente, como si lo que le hubiera dicho dejara huella en él. —¿Qué pasa?— el color de sus mejillas subió un poco y volteó la mirada.

—Me acabas de dar una lección con mucho significado.— miró nuevamente al cielo mientras sonreía, pero está vez de una manera tan diferente, tan nostálgica. Dime Amane, ¿qué es lo que daña a tu corazón?

Solo lo observé de nuevo, esta escena quedará grabada en mi corazón como la primera vez que ví a Amane estar decaído.
Él es una persona normal, como lo dije anteriormente, pero nunca lo había visto de esa manera. La persona que solía llamar "chico estelar" estaba apagado, como si la estrella más brillante fuera a morir en cualquier momento.

Chico estelar, ¿qué te ocurre?

Mientras lo observaba, mis pensamientos seguían corriendo y por supuesto, el tiempo también lo hacía.

Amane tomó mi mano. —Se nos hará tarde, vamos.— apuntó hacia donde estaban los salones. —Ya no tardan en comenzar las clases.— su frente la conectó con la mía, él estaba sonriendo. Podría afirmar que estaba un poco sonrojada y el igual, pero estaba muy feliz, con esos pequeños gestos me hace muy feliz.

¿Qué haría yo sin ti, Amane?
No podría vivir.

Comenzamos a correr rumbo a nuestro salón de clase, los profesores son bastante puntuales y nos causarían problemas si nos atrapan llegando tarde.

Cualquiera que nos viera pensaría que somos pareja por la manera en la que nos llevamos, creánme que eso es lo que yo más deseo en esta vida, ¿alguien podrá cumplir mi deseo de estar siempre a tu lado, mi chico estelar?

A medio camino y sobre todo a medio pasillo recorrido, justamente sonó la campana. Nos apresuramos en correr lo más que pudieramos para llegar a nuestro destino con todas nuestras fuerzas. Así que sí llegamos con unos minutos de retraso, pero llegamos. El profesor se veía un tanto molesto por el lloriqueo que estabamos haciendole afuera del salón, la autoridad suspirando acepto, puesto que le dijimos que no nos ibamos a ir de ahí y además estaba perdiendo clase.

Al entrar en la clase, cada uno tomo su respectivo asiento, yo estaba atrás de Amane por lo que me era fácil ver su reacción al leer aquella nota. Pasaron las clases hasta que Amane sacó algo del pequeño "cajón" que había debajo de la mesa, justo donde escondí la nota por lo cual esta cayó al suelo llamando la atención del chico estelar. Él la tomó con un pequeño sonrojo, supo que era para él en el instante en que observó la decoración, ya que estaba con cosas que a él le encantan y estaba emocionado.
No pude evitar voltear la mirada hacia el gran ventanal hacia mi lado y de manera torpe tiré la pluma que tenía en la mano.

Me odio, ¿por qué ahora mi torpeza surge?

Mientras recogía mi pluma del suelo, lentamente y mientras trataba de evitar hacer todo tipo de ruido para evitar llamar la atención, en ese preciso momento Amane ya estaba leyendo mis sentimientos plasmados en papel. Me reincorporé a mi asiento una vez más y volví a admirar el bello cielo despejado del día de hoy, era muy bello, pero cada vez que veía ese paisaje no podía evitar pensar en la persona frente a mi y un pequeño sonrojo apareció en mis mejillas, era tan intenso e imposible de ocultar en ese momento.

Amane terminó de leer la nota y la dobló un poco. La dejó en su escritorio y volteó a verme derepente mientras sus mejillas estaban tan rojas como las mías. Recuerdo con total claridad sus palabras, tan cortas y concretas.

—"Eres tú."— pronunció mientras me señalaba. Ambos sabíamos a que se referia.

Chico estelar, esta vez me sorprendiste.

Notas de amor. Jibaku Shonen Hanako Kun. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora