Ésta es la historia de Le Mat, un ser creado en las profundidades del averno con el propósito de capturar cientos de almas por medio de sus pensamientos más oscuros, éstas las que al desatar su verdadero potencial oscuro serán condenadas al infierno...
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19 de julio de 1932.
Está es la historia de Lucía García, una pequeña niña de trece años fue la criada de Francisco Sánchez, dueño de una gran hacienda a las afueras de un pueblo ubicado en Mercedes. Éste gran campo llevá muchos secretos sangrientos que hoy por fin serán revelados.
Ella nació el 13 diciembre del año 1923 en Buenos Aires, su madre era María Angélica Paz y su padre Julio Miguel García, jóvenes muchachos que no pudieron tener una vida libre.
La pequeña Lucía Jamás pudo tener los besos de su madre, la protección de su padre ni siquiera recuerda el rostro de aquéllos que le habían dado la vida.
Ella siempre tuvo en su mente miles de preguntas que quería responder o quizás entender el por qué sus padres no estuvieron para ella.
Se preguntaba ¿por qué la muerte los abrazo y se los llevó?
No sabe si tiene los ojos de su madre o el mismo color de piel que su padre. Le arrebataron la oportunidad de crecer con las dos únicas personas que tenía en este mundo de dolor.
Sus padres murieron días después de haber nacido, tras ser perseguidos por José Bernardo Sánchez, patrón de su joven madre.
Cuando Maria era una niña de tan sólo 5 años, fue entregada a la hacienda por las hermanas de la consagración de Santa Maria. Esta joven creció y encontró la penumbra en donde se pensaba que iba a tener una mejor vida. Encerrada y obligada por la fuerza a ejercer más que sólo trabajos de una sirvienta, ella sólo quería encontrar una luz que le diera esperanzas. Ilusionada con encontrar su final feliz el destino le concedió su deseo, un joven peón le robó el corazón y le dio esperanzas para seguir con vida e intentar escapar.
En un acto desesperado de querer satisfacer a su amada el joven planificó un escapé por la noche, así nadie pudiera darse cuenta.
Juntó pan, ropa, abrigos y unas cuentas monedas que tenía guardadas. Despertó a su amada, ésa joven doncella que le daba felicidad con solo una mirada. Le imploró que se escaparan y prometió darle una mejor vida, se arrodilló ante sus pies y juró que podían ser feliz lejos de tanta miseria, ella, simplemente lo miró y le sonrió con lágrimas en los ojos aceptando la dramática propuesta. Se escaparon para poder ser libres y dejar la vida tan desagradable que padecían día a día.
Ésa noche huyeron a caballo y la luz de la luna los protegía y la noche les regalaba estrellas que hacían de su escape algo magnífico, como si fuera sacado de un cuento de hadas. Galoparon lo más lejos posible y dejaron todo atrás con una sensación extraña de amor y miedo.
La aventura apasionada de estos jóvenes llegó a las puertas de una pequeña capilla de santa lucía, en sierra de los padres, ahí un cura les dio protección y una pequeña habitación a cambio de trabajos mínimos.
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