Todo temor que tuve se fue en el instante en el cual mi novia Lourdes apareció en la puerta y saltó sobre mí para besarme seguido de un “Feliz cumpleaños.” En el momento en el cual Lourdes saltó hacía mi y la sujeté con mis brazos mientras ella me rodeaba con sus piernas para no caerse me invadió una alegría que no podía describir, aquel beso fue tan cálido que quise seguir toda la vida en ese instante tan solo besándola y sin parar, aunque me quede sin respiración, solo abrazarla y besarla. Pero en ese instante llegó Rubén para despertarme de aquel tan hermoso trance.
-Eh Ignacio, si vos no nos guías no vamos a poder llegar hasta tu casa, solo digo.
-Cierto, ahora voy.
Bajé a Lourdes, tomé su mano y comenzamos a caminar, mi único pensamiento era “¿Será este el mejor cumpleaños?”. Casi medido que a cada cuadra robaba un beso a Lourdes, a lo cual ella solo respondía con una sonrisa y una pequeña risa, varios policías se asustaron al vernos pasar, lo cual era lógico debido a que éramos un grupo gigantesco casi que una caravana todos yendo juntos, todo era muy raro pero la sola presencia de Lourdes allí conmigo era suficiente para calmar mis miedos y temores de que dicha fiesta no se llegase a concluir, a mitad de camino decidí en vez de ir de la mano decidí abrazarla del cuello con el brazo derecho. Continuamos caminando muchas cuadras hasta que llegamos a un local en el cual varios pararon para comprar.
-Eh Ignacio, ¿que llevamos para tu casa? – Preguntó Rubén.
-Nada, no hace falta, ya todo está ahí, si quieren compren para el camino pero no va a hacer falta.- cada frase que decía menos lógica tenía para mi, y más me hacía pensar de que alguien controlaba mi boca para decir cosas que no tenía idea.
Unas cuantas cuadras luego decidimos parar a descansar por decisión de la mayoría ya que decían que si seguíamos a ese paso íbamos a llegar antes de la noche y no iba a ser lo mismo. Decidí hacerles caso y tomarme este tiempo para hablar con Lourdes que sabía que era con la única que me saldrían las palabras. Llegamos a una plaza en la cual todos se dispersaron un rato, calculé que estuvimos ahí como una hora o una hora y media, no estaba muy seguro, tampoco me importaba mucho. Me senté con Lourdes debajo de un árbol para hablar.
-Amor, no sé si realmente habrá dicha fiesta.
-Ignacio, no seas tonto, si esta fiesta la venís organizando desde hace como 4 meses.
-¿Qué? No me acuerdo de nada, es más, no me acuerdo de haber invitado a tanta gente, no recuerdo haber organizado nada de esto, no sé de donde salen las palabras que digo cuando hablo de ella.
-Vamos, no bromees, ambos sabemos que éste es el día que mas esperabas desde hace meses.
-Amor, te juro que no recuerdo nada.
La mirada de Lourdes se tornó asombrada, como si no pudiese creer que no recordase eso, como si realmente lo hubiese estado preparando hace tanto, bajé la cabeza para ver el césped mientras pensaba en “¿porqué no recuerdo nada de esto?”. En ese instante Lourdes posó su mano derecha sobre mi rodilla y con la otra me levantó la cara, y lentamente fue acercándose para besarme y hacerme olvidar de todo lo que estaba pensando, en el instante en el cual nuestros labios se unieron mi mente se tornó blanca y solo decidí seguir sin dejar que esas ideas confusas me molestasen. Tras estar un largo rato, ella se separó y con una sonrisa me dijo mirándome a los ojos.
-Tranquilo, todo va a estar bien, ya vas a ver como todo va a salir perfecto, justo como lo planeaste.
-Gracias, pero es que ni siquiera recuerdo haber planeado algo. –Dije aún confuso con todo.
-Tranquilízate, no va a pasar nada. –Dijo y me besó durante todo el resto del tiempo que estuvimos en aquella plaza.