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— ¡Vamos no digas tonterías hombre!

— No sé si son tonterías, mis hijas le contaron esta historia a su madre.

— ¿Qué historia? — Preguntó un tercer hombre.

— Un ángel se enamoró perdidamente del más fiel sirviente de lucifer, desterraron a sus hermanos del paraíso para esconder su pecado, el ángel lo perdió todo cuando fue descubierto lo sentenciaron a vivir la peor de las vidas una y otra vez en un bucle eterno, mientras que el otro se regocijaba por haber logrado corromper al más hermoso ángel. — Relato.

— Tienes razón en decir que el ángel se enamoró perdidamente de un demonio, pero no en decir que fue el único en recibir un castigo. — Otro hombre al otro extremo de la barra interrumpió. — Ambos se amaron, trataron de esconder su amor de todos los ojos que les pudieran mirar mal, un ángel y un demonio. — El hombre sonrió con sorna. — Siempre tiene que tener algo perverso entre medios o al menos eso fue lo que pensaban los que los rodeaban, el destierro fue el castigo para aquellos curiosos que osaron tratar de terminar con su amor, después de unos años el enfado de esas almas por haber perdido el paraíso los hizo tomar a los mortales como sus víctimas. — El hombre que recientemente interrumpió bebió de su copa. — Como saben las mentiras tienen patas cortas y su amor fue descubierto por alguien del que no podían deshacerse.

— ¿Dios? — Preguntaron.

— Así es. — Respondió con una sonrisa burlona. — El hermoso ángel fue desterrado y sentenciado a pasar cada una de sus vidas en eterno sufrimiento, sin memoria y con cada vida un rostro diferente para evitar ser hallado por su otra mitad.

— ¿Y el sirviente? — Preguntaron con aún más curiosidad. — ¿Cuál fue su castigo?

— Fue tomado como sirviente, no había algo más humillante que trabajar para el ser que le arrebató todo, fue enviado a la tierra de los mortales para recuperar las furiosas almas de sus ángeles caídos. — El hombre apretó la copa entre sus manos. — Sin embargo, el conservo sus recuerdos, el aroma de su amado, su dulce voz para atormentarlo por la eternidad, simplemente vive los días luchando por encontrar una pista que lo lleve al ser que más ha amado. — Suspirando con fuerza el hombre se levantó del banquillo buscando el dinero para pagar por la copa.

— La bebida va por la casa. — Dijo el cantinero.

— No puedo aceptar algo así, debo pagar por mi consumo. — El piso de madera crujió ante las pisadas del hombre acercándose al cantinero, jalo la mano del cantinero para tomarlo por el cuello ante la atónita mirada de los presentes. — Vuelve a casa tu padre te espera. — Murmuró en su oído, en cuestión de segundos los ojos de ambos hombres se tornaron en un negro intenso, los hombres que antes escuchaban con atención tomaron sus pertenencias huyendo del lugar, copas, vasos y botellas explotaron causando heridas en ambos, las piernas del cantinero poco apoco perdieron fuerza solo se mantenía en pie por el brazo que le sujetaba del cuello. — Voy a encontrarlo, no importa cuánto traten de ocultarlo el volverá a mí. — Apretando con más fuerza el cuello grietas aparecieron por todo el rostro del cantinero, la piel se tornó en un color grisáceo comenzando a desmoronarse como polvo, mirando el desastre en el piso el hombre se alejó de la barra que los separaba para sacudir su ropa, lentamente con una sonrisa de triunfo camino a la salida.






Nos leemos pronto, l@s  amo un montón.

Infernum ° KOOKGI°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora