Día 1: Flores

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El Reino Impuro es un sitio bastante lúgubre a veces.
Las vistas son preciosas y el patio de entrenamiento siempre está activo, pero, poca y nula vegetación rodea a los habitantes del lugar.

Un río bordeaba la zona, lejano y casi invisible a la vista de muchos, solo las torres de vigilancia y algunos puntos sobre el muro daban lugar a admirar ese sueño lejano, el pequeño oasis de Nie Huaisang. El lugar al que recurría cuando se escondía de sus deberes y los regaños de su hermano mayor, quitándose las botas y cualquier prenda inferior, sentándose después en el borde entre la tierra y el agua, suspirando, relajándose y dedicando esa calma a sí mismo.
Podía estar ahí un buen tiempo, a veces venía un sirviente a buscarle, otras veces se iba por su propia cuenta y regresaba como si no hubiese esquivado todo por un par de horas. Normalmente escaparía en medio de las prácticas de la secta, pues Nie Mingjue estaba ocupado supervisando cuando el menor de los Nie simplemente escapaba.
Esto no era desconocido para el Nie mayor, cuando los sirvientes iban por Nie Huaisang, era porque Mingjue ya le había ido a buscar donde se supone debía estar, dándose con la nada misma. Por ello, Huaisang intentaba regresar antes de que su hermano lo fuese a buscar y, gracias a sus plegarias, los sirvientes realmente nunca decían donde encontraban a Huaisang, solo lo entregaban totalmente vestido al Líder de Secta.

La situación no era la ideal, pero de alguna forma Nie Huaisang se las había arreglado para pasar el tiempo en su pequeño paraíso, adornándolo de a poco y con perseverancia.
Aquel pequeño prado ahora tenía plantas creciendo en él, las hierbas habían desaparecido y habían sido reemplazadas por plantines, cuidados a diario, que poco a poco se habían adaptado a la tierra en la que se los había colocado. Las hojas brillaban y los pequeños capullos comenzaban a lucirse entre las mismas, el viento era casi amoroso con las bellezas por aparecer y con aquel que tanto las cuidaba.
Unas semanas fueron más que suficientes para que el regalo finalmente se abriera y todos los colores sembrados se dieran a lucir, meciéndose en la brisa y regalando pequeñas caricias a su cuidador, inclinándose y juntándose entre ellas, solo embelleciendo aun más el pequeño paraíso que el Nie menor se había creado. Era lo que quería, incluso si antes iba con las manos vacías y luego con utensilios para las plantas, ahora era pincel, tinta y papel lo que llevaba para retratar aquella obra que él mismo había creado.

Nie Mingjue no es alguien que hace la vista gorda muchas veces; pudo hacerlo un par, cuando eran niños y Huaisang no deseaba comer las verduras en su plato, o cuando decía ir a estudiar y se iba a pintar a escondidas de su difunto padre. Ahora mismo, la conducta de su hermano menor parecía haberse vuelto más y más irresponsable, a sus ojos al menos, pues parecía avanzar cada vez menos, parecía mirar hacia algún lado a través de las paredes, a veces suspiraba en medio de la comida y le evitaba la mirada.
Los sirvientes no parecían ser de ayuda tampoco, si bien había visto que Huaisang no era distante con ellos y siempre les era respetuoso, había algo que no encajaba en la forma en la que los miraba, o al menos con una persona en particular lo hacía, como si conociera algo, como si hablaran de algo sin siquiera decirse una palabra. La mirada siempre estaba cuando no lo encontraba en su cuarto y alguien lo traía, últimamente era Nie Zonghui*, quien lo llevaba ante él, una mirada y finalmente Nie Huaisang preguntaba por qué le buscaba, comenzando la discusión sobre sus estudios como siempre.

Ahora, Nie Mingjue no soporta la incompetencia, tampoco los secretos. Los sirvientes no parecían tener la intención siquiera de decirle "encontramos al Segundo Maestro Nie en-", tampoco parecía tenerla el propio Nie Huaisang. Dónde encontraban a su hermano menor le era un misterio, y no lo sería si al menos se tardasen un poco cuando lo van a buscar; siempre eran rápidos, salían de su vista con paso firme, como si supieran exactamente dónde se esconde el menor de los Nie. Algo obvio que prefirió ignorar por un tiempo, al menos mientras fueran pocas las veces en las que realmente "desapareciera".
De cualquier forma, uno es un accidente, dos es una coincidencia y tres es un patrón. Con la cercanía al nuevo año que su hermano debía asistir a Gusu, sus ausencias parecían hacerse más largas y, por lo tanto, su enojo fue en aumento. Una palabra y los sirvientes se lo dirían, Zonghui tampoco se negaría a una orden directa de decirle la verdad, pero, de alguna forma, prefirió saberlo por método propio.

Él mismo subió a las torres de vigilancia cuando se supone debía supervisar el entrenamiento, él mismo fue quien les pidió a los guardias de ahí que se mantuvieran abajo y discretos, pues desde ahí arriba les observaría. Fue desde ahí que vio a su hermano salir de entre los pasillos, con pincel y papel en mano, el abanico colgado de la cintura como siempre.
Lo vio alejarse de las paredes, apenas siendo visible cuando finalmente se detuvo, demasiado lejos de la seguridad de los muros para su gusto. Bajó a paso rápido, con el sable en mano, sintiendo la mirada de los sirvientes en él, un vistazo rápido y ellos habían bajado la cabeza. Así que era eso lo que ellos ocultaban, algo que Huaisang hacía, un lugar específico al que iba y al que ellos recurrían sin falta alguna cuando él ordenaba su presencia inmediata.
Avanzó a paso firme, pasando del camino empedrado a donde comenzaba la tierra, pisando despacio, demasiado silencioso para alguien de su tamaño. Con el sable colgado en la cadera y ambas manos tras su propia espalda, Nie Mingjue se acercó a donde vio a su hermano detenerse, notando primero el río, después las flores demasiado coloridas, finalmente a su hermano menor entre el agua y los pétalos, distraído en dibujar sobre el papel, a veces llevándose la tinta a la boca, como tenía esa costumbre de hacer.

- Huaisang. - lo vio deslizar el pincel de golpe, lamentándose después por el rayón que seguramente había hecho.
- Dage... -

Apenas fue un suspiro, rezongando, como si le hubiese interrumpido haciendo algo vital para la secta y no un "estúpido" proyecto de arte. El líder de Secta avanzó unos pasos más, deteniéndose al ver la piel expuesta que antes las plantas se habían ocupado de ocultarle.

- ¡Nie Huaisang! ¿¡Qué crees que haces sin pantalón!? - se acercó de nuevo, el menor ahora cayó de espaldas, juntando las piernas, apartándose de él.

Lo vio apretar los labios y mirar a otro lado, apretando el pincel poco después. Nie Mingjue se acercó más, quitándose la capa para cubrir a su hermano con la misma, casi envolviéndolo, abrazando sus piernas de alguna forma. Huaisang mantuvo la mirada distante, soltando el pincel para poner la diestra sobre la tela que ahora cubría sus piernas, finalmente mirándole solo cuando Mingjue se alejó de nuevo.

- Es incómodo estar aquí con eso puesto. - fue la explicación que le dio, estirándose en su lugar para alcanzar las prendas que no usaba.
- Aquí te escondías siempre. - gruñó, el menor suspiró - con un montón de flores y lejos de los muros. -

Mingjue se inclinó haca las flores, Huaisang pronto se alteró por ello y tomó la mano de su hermano mayor, arrodillándose de nuevo, dejando la capa de lado y descubriendo su piel. Negó repetidas veces, bajando la vista a la mano tan tosca de su mano y después a las flores, mordiéndose a sí mismo el labio.

- No las arranques. - rogó, bajo, temblando un poco. - Me ha costado mucho que crezcan Dage, por favor. -
- Tuviste tiempo de hacer jardinería y no de practicar con tu sable. - alejó la mano de él, Huaisang se puso delante de las flores - Arriba Huaisang. -
- No - negó - No puedes arrancarlas. -
- ¡Deja de ser irracional! ¡Y vístete! - esta vez él buscó las prendas de su hermano, Huaisang se puso de pie.

Lo miró, negó una vez más y finalmente hizo algo estúpido, correr.

- ¡Nie Huaisang! -

No corría hacia Qinghe Nie, sino por la orilla del río al que tanto había admirado, con el viento de frente, los pies descalzos. Nie Mingjue era más maduro que esto, podía montar a Baxia e ir tras él simplemente, o esperar a que regrese pues tarde o temprano la vergüenza le haría volver por su ropa; y, aún así, salió corriendo detrás de él, a pasos largos, con el pantalón sobre el hombro. La diferencia era clara, podía alcanzarlo de un salto e incluso Huaisang sabía eso y no era tonto como para ignorarlo, esperó el salto de su hermano mayor, aprovechó la dirección para moverse hacia un lado y saltar al río.
Se hundió por completo y emergió a los segundos, nadando de regreso, Mingjue mirándole desde la orilla. Ambos se detuvieron un momento, Nie Huaisang con una sonrisa algo temblorosa en los labios, Nie Mingjue con una clara mueca de enojo en el rostro, una más marcada que la habitual.

Mingjue era un hombre consciente, un líder excepcional y un gran guerrero, solo alguien como Huaisang podría sacarle de su eje a tal punto de hacer algo estúpido, como lanzarse al río detrás de él. La corriente era suave, el viento se había detenido y el suave sonido del agua corriendo era todo lo que había entre los dos por unos segundos. Solo se miraron, Huaisang volvió a tensarse, sonriendo apenas, dándole la espalda y nadando después.
El río no era tan profundo, bien era casi correr lo que estaban haciendo. Nie Huaisang podía moverse mejor en el agua, siendo más pequeño y delgado el agua apenas le oponía resistencia, muy distinto a su hermano mayor, quien era más ruidoso que nadie que haya escuchado en su vida. Corrieron una corta distancia pues, incluso con el altercado, Nie Mingjue fue capaz de tomar por el hanfu a su hermano menor y atraerlo a la orilla, arrinconándolo contra el césped debajo de ambos.

- Ponte el pantalón, Huaisang. - pausó entre cada palabra, la prenda en su hombro cayó pesada al césped, mojada por completo y manchada en tierra ahora.

El menor negó, todavía tenía el cuerpo en el agua de todos modos.
- ¡Nie Huaisang! - el nombrado se encogió entre los brazos de su hermano, este pronto se inclinó para alcanzar los dibujos del otro.
- ¡Vas a mojarlos! - intentó empujarlo por el pecho, Mingjue no se movió.
- ¡Estás desperdiciando el tiempo en esto! -
- ¡No significa que puedas destruir lo que quiero! ¡Basta! -

Si quería alcanzar los preciados bocetos, y el abanico a medio pintar, necesitaba salir del agua, Nie Huaisang se había dado cuenta de esto. Tirar de su hanfu era inútil, la fuerza nunca sería la respuesta si se trataba de su hermano mayor, solo pudo pensar en apelar a la técnica.
No era muy pesado, fácilmente podría ser cargado por su hermano con solo una mano y bien sabía que no lo detendría, pero aquel no era el peso que deseaba aplicar. Huaisang usó las piernas para abrazar la cadera de su hermano, con ambas manos tirando de la túnica y la espalda apoyada en la orilla. Nie Mingjue había avanzado un poco cuando Huaisang hizo eso, solo pegando un cuerpo contra el otro, el menor temblando por el roce.

- Huaisang. Suéltame. - ordenó.
- Me esforcé tanto en este lugar, Dage, por favor. - tiró de la túnica, abrazó más fuerte - Al menos deja que conserve las cosas. -
- Huaisang. - advirtió, de nuevo.
- ¡Dage! - se quejó, negando con la cabeza después - ¡Será la última vez que venga a pintar! Solo no destruyas esto, por favor. -
- ¡Suficiente! - Avanzó de golpe para tomar todo aquello que su hermano defendía, solo provocando un roce demasiado intenso entre los dos.

El rostro de Huaisang tomó color rápidamente, sus manos se apretaron y sus piernas aflojaron un poco su agarre, un reflejo de abrirlas lo invadió, reflejo que calló tan pronto como pudo. Volvió a mirar a su hermano mayor, tragando y negando otra vez, sin miras de separarse incluso si la vergüenza acababa de invadirle.

- Dage, solo esta vez. -
- Siempre dices eso. - gruñó, esta vez siendo él quien tomase del hanfu a su hermano - Y aquí estás desobedeciéndome. -
- Tú dijiste que cultivara. - susurró.
- ¡No te hagas el desentendido ahora! - lo soltó, empujándole contra la orilla para poder separarse, debiendo rodearlo para salir. - Sal de ahí, antes de que tire algo más al río. -

Huaisang obedeció, saliendo de a poco, nuevamente con las piernas al descubierto para quien le viera. Hubo silencio, Mingjue no se movió y Huaisang tomó aquello como buena señal, solo entonces tomó sus prendas inferiores y se las colocó con la calma que hacía todo.
Fue después de eso que finalmente tomó todo lo que había cuidado tanto, envolviendo el lienzo y doblando el abanico, ordenando todo entre sus manos para no mojar nada con las mismas. Ya se había resignado a que era el último día en su espacio personal, por lo que tomó una peonía de su pequeño jardín, acurrucándola entre sus brazos también.

Sintió un chasquido por parte de su hermano, seguramente molesto por su lentitud, por lo que se dispuso a caminar, pronto fue detenido. Nuevamente la capa de su hermano se encontraba sobre él, cubriéndole la cabeza y los hombros a modo de abrigarle, solo siéndole dedicada una mirada especialmente molesta a la flor que sostenía.

- Has sido lo suficientemente irresponsable por hoy, enfermarte solo te atrasará aun más en Gusu. -

Fue todo lo que le dijo antes de avanzar frente a él, atento a los pasos tranquilos de su hermano a sus espaldas. Nie Mingjue podía estar molesto por muchas cosas, por las flores, por su falta de interés, por su poco progreso en el cultivo, pero, ahora mismo, algo resaltaba en su mente.

¿Cuántas personas habían visto las piernas de su hermano hasta ahora?

La pregunta solo le hizo mostrarse más enfadado, enfado que no le abandonó incluso cuando ordenó que cuidasen el "estúpido" jardín de su hermano a sus espaldas. Huaisang no tenía permitido ir, pero, las flores seguirían vivas el día que regresara.

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* Nie Zonghui: Esto es principalmente una referencia a The Untamed: Fatal Journey. Era algo así como un ¿guardián? de Nie Huaisang, siempre cargaba con el sable de él y el propio, usaba los dos si lo necesitaba. Básicamente era muy fiel a la familia Nie y de la confianza inmensa de Nie Mingjue, pues le había encargado a su hermano menor.

Niecest Week 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora