SINOPSIS

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¡Bienvenid@s!
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La espesa nieve cubría el lugar. La helada ventisca no hacia más que empeorar la situación. Desesparados, los sirvientes buscaban cerca al bosque a la princesa perdida.

Ya hacia unas horas atrás, antes de que la tormenta de nieve empezara, la pequeña de ojos azules y de tez tan blanca como el color de sus cabellos, correteaba muy contenta en la entrada del bosque siendo esta escoltada por sus guardias y ante la atenta y fría mirada de su tía.

Que no hacia más que mirarla con desprecio.

¿Pero cómo? Se preguntarán. ¿Cómo siendo la princesa vigilada pudo haberse extraviado? Pues, un descuido y una distracción ante las inminentes curvas por parte de la mujer que se hacía llamar su tía y de la curiosidad innata de la pequeña, la habían perdido de vista.

El rey y la reina no hacían más que pedir por el bienestar de la menor de sus hijas. Sus corazones llenándose de incertidumbre con cada segundo que pasaba. Pues a pesar de que su naturaleza era el hielo una pequeña como ella no podría soportar tal helada que azotaba el Reino aquel atardecer. Que por cierto ya se acababa dándole el paso a la oscura noche.

Incrementando así su agonía.

La tía de la pequeña no hacia más que regocijarse en el sufrimiento de su hermana. Una sonrisa maliciosa adornando su pálido y bello rostro cada vez que nadie le regalaba una mirada.

La princesa Jisoo la mayor de sus hijas, abrazaba a su madre consolándola, brindándole su apoyo mientras que lágrimas silenciosas descendían de sus abultadas y delicadas mejillas.

A la distancia, observaba como su padre, quién en esos momentos se encontraba buscándo a la menor de sus hermanas, ordenaba ferozmente a los guardias una y otra vez que sigan buscando. Tenía la certeza de que a pesar de que este trataba de mantener su tan característica expresión fría y seria, dentro de él había un padre desesperado por encontrar a su pequeña.

Sólo esperaba que Lalisa no corriera peligro.

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Escondida dentro de una madriguera de conejos abandonada, la princesa de aparente ocho años de edad trataba a toda costa de buscar un poco de abrigo. Sus poderes no salían a flote por su aún temprana edad. Puesto que estos eran concedidos al cumplir la primera década de vida.

Sus pestañas se cerraban conforme pasaba el tiempo. Sus rojizos ojos a causa del llanto perdían cada vez más su brillo. La espesa neblina era lo único que ocupaba su ya borrosa visión.

Pedía ayuda en pequeños murmullos. Sus hipidos ya habían cesado hace un buen rato. Sus casi congelados labios se hacían cada vez más en tonalidad azul.

De pronto, entre los frondosos árboles de Sakura, por donde las ráfagas de viento se veían interrumpidas por la inmensidad de la vegetación, una silueta oscura, poseedor de unos intensos ojos dorados, miraba muy atento cada movimiento de la pequeña.

Moviéndose cautelosamente se acercó a la pequeña.

¿Quién era ella? Se preguntó.
Jamás la había visto por aquí.

Por lo que veía era una niña. Y él detestaba a las niñas. Las de su aldea eran unas revoltosas. Siempre lo acosaban.

Sintiéndose curioso, se acercó un poco más, observando detalladamente su rostro. 

© "SNOWFLAKE" || LISKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora