El Polvo Rojo

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La pantalla de la tableta se había apagado y sólo así había regresado de sus recuerdos el capitán Matthew. Sarah rompió el silencio diciendo que se acercaban a NGC 2264 o mejor dicho, a la nebulosa de Cono, todos miraron asombrados lo majestuoso de aquella nebulosa. La nave tendría que pasar dentro de ella para poder llegar en menor tiempo a la estrella, el capitán accedió y comenzaron a adentrarse en aquel polvo ancestral.

Cuando entraron a la nebulosa la nave se detuvo y las luces se fueron, preocupados por el oxígeno todos se pusieron los trajes y trataron de encender todos los sistemas de nuevo, pero en vano intentarlo. Fuera de la nave la nebulosa comenzó a moverse y aquella forma de cono tan peculiar había desaparecido, hubo turbulencia por unos instantes y después la calma llegó abruptamente, el silencio permanecía sin importar lo extraño de la situación, polvo rojo comenzó a rodear la nave hasta que la visibilidad era nula.

Sarah estaba agitada, se fué a la cocina para tomar algo que la tranquilizara, sostenía la pastilla cuando vió en todo ese polvo rojo una taza rota flotando y cada pequeño pedazo venía pintado de rojo con cabellos pegados y material viscoso pegado a las piezas. La pastilla cayó al suelo y cuando se agachó para levantarla, la taza había desaparecido pero en su lugar había una hoja arrugada y rota pegada al vidrio de la nave, al ver su mano se encontró con que sostenía con fuerza una puntilla color amarillo con la punta chata. Sarah comenzó a picar el vidrio de la nave con la puntilla para poder terminar ese dibujo arrugado donde ella había puesto a su padre con aquella taza amarilla golpeando a su madre, golpeaba con tal fuerza el vidrio de la cocina que sus dedos comenzaban a sangrar y se había roto la muñeca, sin embargo la puntilla no se rompía.

La grieta ya era grande, Sarah seguía a pesar de haberse roto dos dedos ella lo hacía con el afán de terminar aquel dibujo, se detuvo un momento y recordó los sesos de su madre impregnados en aquella taza, tomó fuerzas por última vez y se lanzó hacia el vidrio. La presión se la llevó rápidamente y Matthew y Robert corrieron de inmediato al escuchar el último golpe de Sarah, con esfuerzo lograron cerrar la puerta de la cocina y estabilizar la presión, la luz volvió y los sistemas estaban de nuevo en funcionamiento casi de inmediato.

Matthew discutía con Robert acerca de la comida que habían perdido en la cocina, por alguna razón la muerte y circunstancias de Sarah eran ignoradas, aquél polvo rojo había entrado a la nave y Robert lo podía ver cerca de Matthew, como si lo buscara y como si lo necesitara. El capitán se quedó en la cabina revisando el curso y Robert decidió ir a los motores para hacer una revisión rápida de los mismos, ninguno de los dos mostraban mínimo interés en la situación actual, su mente había sido nublada.

Mientras estaba en los motores, Robert escuchó que una voz cercana estaba contando lentamente hasta el diez y cuando terminaba de hacerlo, volvía a comenzar. Se acercó hasta dónde estaban los lockers de la tripulación y se percató de que uno de ellos estaba abierto al fondo, fué hasta ahí y al asomarse encontró el zapato de su amigo, lo miró con extrañeza y giró hacia un pasillo que estaba repleto de juguetes en pedazos, las luces brillaban con fuerza y el polvo rojo comenzó a ser tan visible que se veía borroso el final del pasillo, Robert comenzó a caminar deprisa hasta el final y cuando llegó había dos ojos tirados en el frío suelo, tomó uno y trato de mirar el iris pero estaba negro y dentro de él logró ver a su amigo encerrado en el mismo armario en el que estuvo él.

Antes de que pudiera asimilarlo la puerta del almacén se abrió y como si fuera una polilla de dirigió directo al polvo rojo dentro del almacén, entró y cerró la puerta detrás de él, desactivó el oxígeno en esa área y se sacó el casco de encima mientras sostenía el ojo y lo miraba fijamente tratando de encontrar la razón de que su amigo estuviera en el armario y no él. El oxígeno se agotó y el polvo rojo lo rodeó por completo hasta dejar solo el ojo con Robert en su interior de cuclillas en la oscuridad infinita y la incertidumbre del silencio perpetuo.

El Polvo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora