Armario de silencios y soledades

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El suspiro de Robert la hizo volver a concentrarse en la navegación de la nave.

Robert soltó el suspiro al levantar la mirada y ver la oscuridad penetrante y desoladora a su alrededor, le recordaba a su armario, una tarde cuando jugaba a las escondidas con su vecino, un amigo tan cercano que parecía el hermano que siempre soñó tener, solo era otra tarde juego hasta tarde y sus padres estaban en una cena de navidad, ellos se sentían lo suficientemente mayores como para quedarse solos en la casa y esa noche ellos eran los reyes. Mientras su amigo contaba hasta diez con los ojos cerrados apoyado en una de las paredes blancas de la casa, él corrió hasta su habitación y cerró la puerta del clóset hasta quedar en completa oscuridad y escuchaba los pasos de su amigo, hasta que dejó de escucharlos y unos segundos más tarde se volvieron pasos fuertes y los cajones se abrían y cerraban rápidamente, los pasos seguían por toda la casa y la penumbra no ayudaba en nada, aquellos pasos se detuvieron justo delante del armario y él luchó por no hacer ruido pero el aire se agotaba, su corazón latía tan fuerte que los golpes lastiman el pecho y las lágrimas salían sin necesidad de ser llamadas.

Pasaron los minutos y los ruidos se habían ido, todo era tan silencioso, salió del armario y se encontró con que todo estaba hecho un desastre, las cosas regadas en el piso y sus juguetes estaban por el pasillo. Bajó las escaleras y se percató que el pie de su amigo se asomaba en la sala detrás del sillón, se acercó rápidamente y el silencio era aún más abrumador, los ojos del niño reflejaban la soledad que ahora veía a su alrededor.

El Polvo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora