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- Gulf, ¿Cómo está tu marca? - pregunto Mew, por la noche, cuando estaban ellos dos solos.

Habían pasado una linda tarde con Win, Gulf se había distraído de todo, había reído mucho, disfrutando de comida y compañía que le gustaba, así que fue uno de sus mejores momentos.

El Omega se quito la remera del pijama, dejando al descubierto su torso, que no estaba nada mal.

Mew evitó mirar hacía otro lado que no fuera la marca, no le era difícil y en verdad nunca le había prestado atención a lo demás.

Se acercó a él para poner el ungüento, la zona estaba de un color rojo oscuro, y no dentro de mucho estaría de negro o de un gris azulado muy feo, dependía de su avance.

Quizás la parte triste de todo, era que el joven enfermero medio enamorado sabía todo lo que sufría el pequeño Omega en los días, y su final.

Y no sabía cómo iba a reaccionar a algún dolor como aquel, ver sufrir a alguien que quieres.

- ¿En qué piensas? - preguntó el Omega, al notar su ceño fruncido, y el pequeño mohin que se marcaba en sus labios, en cuanto dijo eso Mew abrió sus ojos con sorpresa y negó. - Eres un libro abierto, Mew, dime, ¿Es por lo de hoy? Sé que no es lo más lindo que rechacen... Lo siento. - Gulf tomó la mano que tenía libre de forma ligera, apenas tocándolo con suavidad.

Mew sonrió con cierta vergüenza, sus mejillas estaban rosadas, negó, se apartó de él para cerrar el ungüento y dejarlo en la mesa de luz.

- No es nada, Gulf, no te preocupes - se acercó a él para acariciar sus mejillas con sus pulgares.

Si algo había aprendido era que hablar de los síntomas casi siempre solo generaba estrés y terminaban ciertamente paranoicos, no podía decir si de alguna manera los aceleraba pero si lo volvía todo un poco peor.

Por eso era mejor fingir que no pasaba nada.

- Mew, te quiero, en verdad te quiero. - dijo el Omega, mirándolo a los ojos con sinceridad.

- Yo también te quiero, Gulf. - dijo el Beta, sonriendo complacido - Pero es tarde y podremos querernos más mañana, ¿Dormimos?

Gulf hizo un puchero.

- Vamos a dormir. - dijo Mew, se levantó para apagar las luces del cuarto y después volver a entrar al nido, el castaño se acomodó sobre su pecho de nuevo, escuchando sus tranquilos latidos como si fuera una canción de cuna, el mayor dejaba caricias en su cabello que lo llevaron a dormir profundamente, con una ligera sonrisa en sus labios.

Huyeron de la realidad haciendo el mundo de los sueños, donde recuerdos olvidados revivieron frente a sus ojos y los sintieron en su propia piel, en su nueva vida.

Lejos de ser diferentes a su situación real, esperando un recuerdo lindo de libertad, separado a su mundo actual, Gulf se sintió aún peor porque se vió sólo, en lo que a sus ojos era una especie de tienda como las de los campamentos, hecha de pieles gruesas y sostenidas por fuertes ramas acomodadas en forma de como para crear lo que en realidad, era su casa, y la de su Mew también.

Sé removió y sintió su cuerpo doler, soltó un quejido mientras se acomodaba boca arriba sobre lo que debía ser su cama, se sintió frío, la marca en su cuello ardía horrores, respiraba con cierta dificultad porque su pechos dolía al elevarse también.

Estaba sufriendo, esperaba que pasara pronto, de la forma que sea.

Una luz entró al lugar y cerró sus ojos con fuerza, escuchó pasos acercarse, y al ver de nuevo, se encontró con los gatunos ojos del pelinegro.

Our Last DaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora