Cuántas veces

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La primera vez que la vio fue en la boda de su prima, había resaltado entre todos los invitados pues ella había sido la única que le había derramado una copa de vino tinto en su camisa blanca. Podía verla sonrojada y ofreciéndole pagarle la camisa si era necesario. Él solo rechazó el ofrecimiento molesto y un rato después se fue a casa. Adiós a esa camisa.

La segunda vez fue en la entrada de un consultorio médico, ella pasó a su lado y lo empujó derramando su café, al principio la mujer empezó a disculparse de forma automática, hasta que lo reconoció y se sonrojó, nuevamente ofreció pagarle la camisa o al menos la lavandería de la misma. Él negó otra vez y siguió su camino a su cita médica.

La tercera vez fue en un bar, esta vez fue su whisky lo que terminó en su ropa ¿era en serio? Ella se disculpó, no le ofreció pagar la camisa, pero sí le invitó un trago para reponer el que le acababa de derramar. Hablaron de algunas cosas banales y ella prometió que haría lo posible por no volver a derramar nada sobre él, observó esas largas piernas en esa minifalda mientras ella se retiraba con sus amigos.

No, ella no había vuelto a derramar nada sobre él, porque la cuarta vez fue él quien había derramado su café sin querer sobre la mujer, más específicamente sobre sus pechos. Ella tenía una blusa ligera blanca que se había transparentado indebidamente. Se había excusado mientras la escuchaba maldecir porque se le estaba viendo todo. Oh sí, no tenía sostén y él notaba como se le marcaba todo. A modo de disculpa y en un acto de caballerosidad le había ofrecido el abrigo de su traje para que se cubriera, ella lo había aceptado jurando devolvérselo. Un rato después cayó en cuenta que no intercambiaron números de teléfono, de hecho aún no sabía ni su nombre.

Aunque con la cantidad de veces que se habían cruzado por casualidad esperaba que volviera a ocurrir.

Había sido nuevamente en el bar en donde se vieron esa quinta vez y esta vez no hubo derrames, o al menos no al principio.

Él la vio en la mitad de la pista bailando sola, con los ojos cerrados disfrutando la música, moviéndose sensualmente al son de la melodía, algunos hombres se le acercaban y ella los rechazaba a todos. Tenía un vestido sin tirantes, arrugado muy ajustado y muy corto de color rojo y unos tacones muy altos del mismo color. Estaba hipnotizado viéndola, tanto que no se dio cuenta en qué momento se había acercado a ella a la pista, ella abrió los ojos y empezó a bailar con él. Normalmente él no bailaba, pero era imposible resistirse al bamboleo de caderas, por los tacones quedaban a la misma altura, así que cuando ella se giraba le frotaba la entrepierna con el trasero, al parecer completamente ajena a lo mucho que lo estaba afectando a él.

La música cambió y ella se dirigió a la barra sedienta, pidió una botella de agua, un cosmopolitan y lo volteó a ver, él pidió un whisky y pagó todo. La vio tomarse la mitad de la botella de agua de un solo sorbo, después de eso sí lo saludó alegremente y empezó a pedirle disculpas por no haberle devuelto el abrigo. No habían vuelto a coincidir y en ese momento no lo tenía con ella. No, en ese diminuto vestido era imposible que tuviera cualquier cosa con ella. La vio saludar a alguien a lo lejos y con una disculpa se retiró por un momento, siguió con la mirada su trasero y luego la observó reír con otras mujeres.

Cuando regresó él había ordenado otro trago y el cóctel de ella seguía esperando, ella tomó la copa en las manos y empezó a tomarlo lentamente mientras le decía que podrían intercambiar números para acordar la devolución del abrigo.

- O tal vez pueda ir a recogerlo a tu casa — le susurró, o bueno lo intentó dado el ruido del lugar, ella tomó un color que competía con el del vestido.

¿En qué había pensado cuando hizo esa propuesta? Si bien era cierto que llevaba algún tiempo sin estar con ninguna mujer, no era tampoco para estar tan desesperado como para permitir que otra parte de su cuerpo pensara por él e hiciera propuestas indecentes y precipitadas. Pero ella con timidez había aceptado.

Tropiezos (NejiTen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora