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— ¡¿COMO QUE BALLET, CARA NABO?! QUE SI APENAS PUEDO CAMINAR, CABRON— gritaba un exaltado y enojado Gustabo—

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— ¡¿COMO QUE BALLET, CARA NABO?! QUE SI APENAS PUEDO CAMINAR, CABRON— gritaba un exaltado y enojado Gustabo—.

— Em, disculpe — dijo algo nervioso el chico de cresta— ¿Podríamos cambiar? A mi amigo le toco ballet pero el no puede realizar eso porque tiene un problema en su pierna y ... —.

Empezaban los problemas para el duo de amigos. A Gustabo por pura y mera suerte le había tocado Ballet, el ojiazul no tenía problema con la ello pero después de sufrir un accidente se le hizo imposible seguir en bailes que como el ballet y el pol dance, tener una placa en la pierna no era algo bueno para el pero el quería seguir su sueño.

— A mi me ha tocado salsa, puedo cambiarlo con el y así ya no hay más problemas— dijo el de ojos bicolor a la encargada—.

— Disculpen señores, pero eso no...—.

— ¿COMO QUE NO?! ¿DONDE COÑO ESTA EL PADRINO? ¿HORACIO DONDE ESTÁN MIS MALDITOS PAPELES? ¿COMO QUE SEGURIDAD?!— dijo gritando el rubio ocasionando que todos los de seguridad llegaran a sacarlo—.

— A ver, a ver...— hablo un hombre de cabello castaño y traje— dejadlo en paz a Gustabo, hagan caso a su petición, tiene documentos que aseguran que lo que dice es verídico ahora por favor Gustabo y Horacio, seguidme— finalizo para luego caminar hacia una oficina.

La secretaria aceptó y pidió amablemente que se le entreguen todos los documentos en el plazo de una hora. El par de hermanos sonrieron satisfechos y emprendieron camino hacia la oficina del hombre.

La oficina era algo grande y elegante, un gran asiento de cuero destacaba entre las paredes blancas con decoraciones minimalistas; en el gran escritorio se podían ver fotos enmarcadas el susodicho con un par de jóvenes al lado otro cuadro con una mujer rubia y al medio se encontraba enmarcado en dorado una placa rectangular que cumplía la misión de informar el cargo del dueño de la oficina, el enmarcado decía "Santiago Da Rossa, Decano".

El señor castaño de ojos esmeraldas entró a la oficina seguido de los hermanos, se sentó en su majestuosa silla y procedió a buscar unos documentos para luego dejarlos en la mesa. Empezaba la charla.

— Horacio querido, asegúrate de que Gustabo entregue sus documentos sin hacer un escándalo como el de hace un rato— dijo con un tono suave.

— Claro pa, yo me encargo— dijo Horacio soltando una pequeña risita.

— ES QUE NADIE ME HACE CASO!, hablo de buena manera y hacen que me estrese.

Santiago solo atino a reir, sus pequeños eran las personas más graciosas que había conocido, bendecía el día que los conoció y pudo hacerlos parte de su pequeña familia.

— Dejando el tema de secretaria— dijo ya más alegre— ¿Cómo van mis pequeños en el amor?—

El par de hermanos se miro y empezó a reír, les encantaba que Santiago intentara tomar el rol de padre pero les daba risa su manera de expresarse, ya que para toda la academia el era el hombre serio pero con ellos era con un padre con un par de bebés problemáticos.

DANCE ACADEMY - VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora