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Happines

【Víctor Grantz - Fluff】

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El rubio, como la mayoría de personas, tenía una rutina mañanera que consistía en desayunar y alistarse para su adorado trabajo como cartero. Era su empleo soñado, pues desde siempre la tinta, su olor, y significados escritos eran una maravilla para las emociones.

Su trabajo era sencillo, entregar el correo por la ciudad, tocar puerta por puerta dejando paquetes y llenando buzones con cartas sentimentales o formales para los ciudadanos. Lastimosamente, debido a algunos disturbios ocurridos cercanos a ese día, ahora los paquetes debían de ser revisados a causa de un número de desapariciones. Personas al azar, tal vez, fueron dejando un rastro de nada de la noche a la mañana, y el pasado envió de cuestionables artefactos mecánicos fueron el blanco de las suposiciones. Algo estaba llendo mal.

Muy encima de esas atrocidades, Víctor emprendía su camino a una nueva casa luego de ver una dirección que mantuvo su corazón alocado desde que vió la avenida.
Llegando nervioso a los inicios del domicilio blanquecino, se adentró en el jardín delantero por el camino hasta la puerta de madera oscura, tocando tres veces luego de tragar saliva.

— Enseguida — la melodiosa voz de una mujer se escuchó desde el otro lado de la puerta, y él casi salta en su lugar por la impresión al ver tan rápido que dentro de la casa se hacía presente la figura femenina de una señorita de hermosas facciones — Buenos días, Vic.

Víctor le entregó el paquete, junto a dos cartas y el formulario requerido. Su sonrisa se alargó al notar los labios de la señorita formar una sonrisa al ver el remitente escrito con tinta negruzca en cursiva. El cartero la conocía pues habían sido vecinos alguna vez, durante su niñez, ella había sido lo más cercano a un amigo a pesar de ser tan reservado.

Tras largos años de amistad, sus caminos se dividieron por sus motivaciones, el chico amante de las letras en papel decidió lo que quería hacer. Y la jovencita encontró un amorío prometedor, un caballero atentodo y de buena posición que encantó sus sentidos y fascinó a sus padres. Y ese era el principal problema, su pareja.

Como una mujer decente con educación, sabía que su actual amor era el primordial, a quien se entregaría ante la iglesia, e incluso Víctor lo sabía y la felicitó al enterarse de su compromiso con el galante hombre inglés. Lo que también había roto el corazón del cartero, pues este le pertenecía a su gran amiga.

— Han ocurrido muchas desgracias hasta ahora, ¿no es así? — la mujer escribía el comprobante de llegada con total tranquilidad, y prosiguió cuando el rubio asintió — Espero que te estés cuidando, no soportaría saber que te ha pasado algo parecido.

Así es como Víctor era feliz, viendo alegre a aquella que amaba, siendo amada por otro hombre, en la lejanía. Como un cuadro que adora, que le endulza los días, y que sabe que no tiene permitido tocar. En eso se basaba la felicidad del cartero.

El trabajo había terminado en esa casa, y el rubio siguió su trayecto dejando a ____ con su correo. La carta de su madre hablando de cuánto le gustaba el vecindario nuevo donde residía, y la de su amado prometido contando en cuántos días volvería a visitarla una vez más. Aquellas personas tan importantes componían la felicidad de la dama.

Y así lo hacían hasta unas semanas después, luego de una desaparición más, todo había sido un caos en el país, y ____ temía salir incluso al jardín desprotegida. Por el contrario, el cartero seguía realizando su trabajo de llenar los buzones con mensajes.

Carta de familiar, carta de institución, carta de amigo. Todo iba dentro del buzón hasta que una voz casi lo hace tropezar con el aire.

— Disculpa, Vic — ____ permanecía cubierta contra el frío que empezaba a sentirse por las épocas, o eso parecía pues se mantenía temblando — ¿No has visto si no te ha llegado una carta para mi?

La pregunta lo tomó por sorpresa, pero negó pues era la verdad. Y ahora que lo pensaba, no había visitado la casa de su adorada en unas semanas, incluso intentó hacer memoria. Y no, no había necesidad de verla.
Su corazón se encogió al ver el rostro deprimido de ____, soltando un triste "oh, entiendo...", en una despedida triste bajó la mirada con una sonrisa preocupada y volvió a la seguridad de su hogar. Víctor quiso seguirla, consolarla, pero su trabajo aún no terminaba.

Y con un corazón roto, con deseo de cuidar un alma añorada, Víctor empezó con la locura más grande.

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Acabada la hora laboral, en su hogar frente a la vela iluminaba el papel blanquecino en el que Víctor dejaba un camino dulce de palabras dedicadas a su amada. Disculpas, mentiras y verdades hermosas que el chico se permitió expresar a través de la tinta. Estaba cometiendo un acto horrible ante cualquier otra persona, pero su etiqueta traidora sería un pago exelente por la alegría de su gran amiga decaída.

Se dio el lujo de llenar casi dos carillas completas llenas de romance, liberando todo lo que sentía desde hace años. Y le dolió la firma ajena en la parte final, pues hubiera amado poner su nombre, en cambio el plan saldría volando.

El sobre ahora estaba en sus manos, después de dos días, su propio engaño volvió a él, y este se dejó en el hogar de la señorita. Víctor sentía que caería cuando ____ notara la rareza de la letra, que cualquier punto o coma la harían reclamar. Pero en cambio recibió de nuevo esa sonrisa que su corazón iluminaba, y las tormentas trajeron una brisa fresca de mañana, calentado por un sol abrasador.

La mentira funcionó, pensó cuando pudo encontrar una carta en respuesta, sin cambios, y la llevó a casa. Estaba cometiendo errores, lo sabía, podía meterse en un problema con su jefe, sin embargo un hombre enamorado hace cosas muy tontas.
Leyó aquel papel con la linda caligrafía cursiva, delicada, proclamando reclamos, deseos y esperanzas de una visita. Sintió, más bien, que era mejor para su corazón ignorar los nombrados de ese hombre, imaginar, en cambio, el suyo con sus mejillas rojas. ¿Así se sentía recibir una carta de amor?, ver esos dibujos de corazones al final, lo lindo que se veía su nombre junto a una posesión escrita, ¿de verdad ese engaño era suficiente para alterar sus latidos?

Escribió, así, una nueva carta, dedicada a ____, advirtiendo de que no la visitaría por las desapariciones, y que aún así, le escribiría más cartas para que sea feliz. Que la amaba, rezaba por ella.

Y un engaño teñido de apoyo empezó a circular, después de semanas, los días pasaban formando meses, encontrando en su buzón las palabras hermosas de una personas a quien podía amar. Casi logrando capturar su corazón. Pues ____ no era tonta, sin embargo no conocía el autor de la caligrafía que a ella le dedicaban.
Un juego de romance, pensó, tal vez un nuevo pretendiente que conoce de la desaparición de su prometido y quiere sacar provecho. ¿Y qué podría hacer ella, que estaba desesperada entre cuatro paredes solitarias?

Por desgracias para la señorita, un día llegó una carta con olor a sangre, y el mensajero era el propio Diablo que quería tomar el alma del cartero en un juego de terror. Una recompensa, una forma de reconstruir su miseria y, tal vez, convertirse en alguien merecedor del cariño de su amada.
Entonces las cartas con bello contenido de coqueteo y dulzura dejaron de ser escritas, y una nueva desaparición conmocionó la capital de Inglaterra. ¿Había ocurrido otra vez?

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