Me levanto, me siento en la orilla de mi cama, veo mis pies un buen rato y después pongo mis sandalias para salir por fin de entre todas las almohadas con las que duermo, seis para ser exacto. De camino al baño me topo con mi espejo en el que me detengo a verme en él.
Ya perdí la memoria de cuando me comencé a sentir en total desacuerdo con mi cuerpo y empecé a estar en contra de todo lo que veía en él, desde mi figura, las partes de mi cuerpo, incluso las mas intimas de el hasta el alma que en él se veía reflejada. No veía una linda sonrisa como las que veía en otras caras, veía mis dientes un poco chuecos y las entradas de mi pelo, sin mencionar el cuerpo un poco robusto que tenía. Nada de lo que veía en el espejo me gustaba, y a medida que escaneaba a la persona que tenia en el espejo, menos me gustaba lo que yo veía. Era un deformación tan loca y desquiciada la que yo percibía ante mis ojos. Tenia ganas de tomar algo pesado y reventar en mil pedazos ese artefacto que tenia frente a mí, no por algo motivacional, si no por que odiaba a quien yo veía. Me había convertido en mi propio enemigo. Yo mismo era el que terminaba saboteando todos mis planes, todas mis salidas, me había refugiado en un distanciamiento social.
Si mis amigos me invitaban al cine, yo decía a última hora que había tenido un problema.
Si un chico lindo me invitaba a salir, decía que había tenido un problema.
Si mi familia decía que haría una fiesta, yo decía que tenia un problema y no iba a poder estar.
La realidad es que el único problema era mi ansiedad y mi depresión que servían como mis consejeras de cabecera y que me habían dicho "La gente no necesita de tu presencia. ¿Quién va a necesitar a alguien como tú que no aporta más que un espacio en una silla, en una mesa, en un lugar, en una reunión?". Ese era mi verdadero problema, y nadie se había dado cuenta.
A menudo, la gente falta al colegio cuando le duele la panza, cuando le duele mucho la cabeza, cuando sufre un resfriado, un accidente, falta al trabajo cuando enferman y todos dicen "ojala que te mejores", pero cuando alguien se enferma del corazón, de la mente, no puedes echarte a tu cama, meterte entre tus sabanas y tus almohadas, hacerte bolita y quedarte llorando, porque esa no es una justificante para faltar a tus obligaciones, no es algo de lo que te vas a morir. Y opino que es igual de importante que un refriado, o una enfermedad que la gente considera importante.
Pero nadie nota tus problemas, nadie nota qué no te encuentras bien, y como nadie lo nota, te toca disimular todo, delante de todos, todos los días, 365 días al año, año tras año hasta que de repente, un buen día aparece una persona que te dice "Tu no puedes mentirme, no estas bien y necesito entenderte, necesito que me cuentes lo que te pasa, lo que te sucede" y todas tus barreras y fortaleces se caen.
Es como si alguien tuviera la llave maestra al castillo que te estaba resguardando, donde te protegías de los ataques más duros que pudieras sufrir. Y de pronto, tomara la llave, abriera la puerta, durmiera al dragón y te dejara sin defensas y ahí estas tú, frágil, transparente, como un cristal que refracta la luz, entra un rayito de luz clara y se dispersa en mil colores, dejando ver ese abanico de problemas, aciertos, personalidad, defectos y todo lo que hay dentro de ti y ahora, ya no puedes ocultar.
Ese ha sido Edd para mi y hoy lo estoy dejando escapar, y no se como decirle que su llegada hizo más que darme la posibilidad de volver a creer en las personas, en el amor, que podía encontrar algo lindo al lado de alguien.
Edd me había devuelto la posibilidad de ver en mi interior todos los colores del arcoíris, del mundo, de la vida.
Había desempañado los cristales de mi alma y con su luz me permitió ver que yo podía ser muchas cosas que ante mi vista no era posible ser. Yo podía ser un amarillo que te inspirara alegría, confianza, pero también podía ser un negro con toda su oscuridad resguardada dentro, pero también un rojo ardiente, un rojo que quema, que también podía ser pasión y determinación, pero mi favorito, podría ser un dorado a su lado, como la luz del día cuando esta amaneciendo, como si con su presencia me dijera que todos esos días oscuros habían llegado a su fin, que la oscuridad de la noche ya no me amedrentaría nunca más.
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De Aquí, Hasta Aquí.
Подростковая литература¿Cuánto es suficiente amor para alguien que amas? ¿Como saber que amas a ese alguien a pesar de todo lo que sucede al interior de una relación a distancia. Jorge y Eduardo se han conocido a través de internet y deberán encontrar la manera de hacer q...