- Día 5 - Aroma -

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Contenido no apto para menores de dieciséis años.

Se recomienda discreción.

Leve contenido sexual.

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La zona afectada ya estaba acordonada y aún así, el sonido de un tiroteo se dejaba escuchar a solo unos miles de kilómetros de la zona mas vulnerable, los heridos caían uno tras otro, de manera rápida, considerando la tardanza de los cuerpos de emergencia no podían seguir el mismo ritmo.

Minutos pasaron y el grito de gente, no se calmaba, parecía una película de terror, con los cuerpos de las personas tirados. Inclusive algunos mas que caían al suelo muertos en la acera, no importaba de quien se tratase, pues el peligro aún no caducaba y se notada que tardaría aún más.

Los disparos y el cumulo de personas gritando, ocultándose de la tragedia, poco a poco se disipaba, volviendo la calma que parecía no acabar.

Solo fueron diez minutos, diez minutos con treinta segundos exactos, para que aquella tragedia con aroma a sangre y plomo se calmará, causando que para muchos fuera una eternidad completa, fácil seria tener el miedo durante mas de cinco horas.

No era sencillo, y realmente el causante de aquellas grandes perdidas, ya se había dado a la fuga, con todo y una sonrisa placentera que formaba en su boca. Demostrando superioridad e incluso su mirada macabra hacia erizar cada poro de tu ser, sin importar tu edad.

El timbre del celular comenzó a sonar, y él ocultándose en una parte tan recóndita de la ciudad, pudo contestar.

── ¿Hol...? ──

── ¿¡Qué mierda te pasa Muto!? ¿¡Sabes lo que has hecho!? ¿¡Tan siquiera te paso por tu pinche cabeza que harías un jodido escandalo tan grande!? ¡Lo primero que te dije era tener una pinche discreción, no matar a diestra y siniestra a cualquier pinche persona que se te pasara enfrente! ── la voz del otro lado de la línea interrumpió.

── ¡Haber pedazo de mierda estúpida, hice mi trabajo! ── grito el joven tricolor manchado de sangre fresca, tomando una botella de agua y limpiando cada parte de su cuerpo expuesto, mientras sostenía su teléfono entre su mejilla y hombro ── ¡Ese hijo de puta tenía guardaespaldas! ¡GUARDAESPALDAS EX MILITARES, CABRON! ── tomo su teléfono, gritando a todo lo que daba a la bocina ── ¿¡Sabes cuánto pinche tiempo me tarde en hacer este puto encargo, Katsuya!? ¡Porque al parecer no, hijo de la chingada, el pinche rifle no tiene la palabra discreción en su diccionario, pedejo de mierda! ── volvió a gritar, mirando a su alrededor, por si ocurría algo más, o tan siquiera alguien lo seguía o escuchaba.

── ¡Pues al parecer el que no tiene la pinche palabra, en su jodido diccionario eres tú, hijo de puta! ── el contrario contesto de igual forma.

Tras varios minutos el silencio perduró, pues al parecer la discusión no deseaba seguirse. Y finalmente acabó la llamada.

── ¡Carajo! ── el tricolor tiró su celular al suelo, importándole poco si este mismo se dañaba, ya tendría que conseguir otro tarde o temprano.

Un dolor punzante se hizo presente en su cuerpo, tirándose al suelo. Desgarro su camisa, ya manchada de sangre y suciedad, en su abdomen; un tanto marcado, en el costado de este, se podía mirar el gran charco de sangre que se expandía completamente, el dolor era un tanto soportable ya que, su irá le consumía más.

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