Historia x2

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  —Y tú a quien esperas?

   —A mi novio —contestó la chica.

  —Yo también espero a mi pareja.

  —A que pais se fue?

  —Estados Unidos, a completar su ciclo de la universidad, ya la terminó, y yo también. Y el tuyo?

  —Pues tuvo que irse porque su madre estaba enferma, no pude acompañarlo lamentablemente.

  No era quien para sacar mis conclusiones antes de tiempo, pero algo me decía que no le caía bien la suegra.

  —Relación a larga distancia? —preguntó

  —Sí—dije

  —Dicen que ese tipo de relaciones nunca funcionan.

  —Yo creo que sí, no a todos les funciona. Más que nada, creo que depende de la dedicación que le ponga uno a la relación, si están destinados a estar juntos, esto de la relación a larga distancia no será problema alguno.

  —Sabias palabras, yo no podría aguantar la verdad. Gracias a Dios que solo se fue por una semana.

Literalmente estaba temblando del nerviosismo, es que no lo veía hace mucho tiempo, poco más de un año. Lo único que nos mantenía unidos eran los mensajes, las llamadas y videollamadas. Siempre era un honor verle la bella cara a Edwin. Por lo que sabía se había adaptado muy bien allá. Era de esperarse, mi bello novio no era ningún inútil. Y sí, tenía razón, él estaba a la altura de Estados Unidos. De por sí, fue difícil pasar los primeros meses sin sus caricias y besos. ¿Sabes lo Solitario que me sentí al dormir en la cama?. Me dormí en el sillón. Llegué a la conclusión que una cama era demasiado grande para mí. Me quedaba hasta altas horas de la noche, y claro, afectó mi rendimiento académico. Pero no lo suficiente como para que me ande preocupando por las notas. No se lo conté a Edwin, sí, sé que nuestra relación consistía en confianza; pero no podía, si lo hacía se sentiría culpable. Culpable por haberse ido, y se diría a si mismo que por culpa de él no podré graduarme.
   No quería eso, era feo ver a Edwin preocupado, y peor si no podía estar a su costado para decirle que nada de esto era culpa de él.
   Era Diciembre, sí. 23 de diciembre para ser más exactos. Las decoraciónes predominaban el aeropuerto. Un reno de peluche colgaba de cada esquina, y los peluches del viejo decrepito no podían faltar, porque eso era, un viejo decrepito que se metía a la casa de las personas. Aunque, siempre era un gusto resibirlo con los brazos abiertos, siempre y cuando tenga mi regalo en manos, ojo.
  Desde pequeño me parecía algo aterrador el hecho de que un señor de mediana edad, con larga barba y gordo, se metiera a nuestras casas a dejarnos regalos. Algo así como un Sugar Daddy, solo que en vez de sexo, buscaba a niños que hayan sido buenos a lo largo de todo el año.
  No sabes la cantidad de niños que veía llorar por el simple hecho de que un viejo morboso no les entregase un regalo. Yo?, yo los veía llorar. Nunca tuve regalos en navidad cuando era niño, nuestra situación económica no era tan buena que digamos. Tal vez sea por eso, o Porque Santa en serio sabe todas las travesuras que había hecho cuando solo era un niño de 6 o 7 años. Esa duda siguió en mi cabeza hasta que mi hermana llegara del colegio malhumorada y me gritara en la cara que el Viejo Pascuero no existía. Tenía 6 años, ¿Sabes lo feo que es que alguien venga a decirte que, la persona de cual te llenaron la cabeza de historias, no existe?.No sé que le había pasado ese día en el colegio, pero yo solo le había dicho que no se enfadara, ya que sino, no le tocaría regalos. No era para que me gritara que él no existía, y que era un tonto al creer en eso.
  Pero bueno. Y aquí estaba, esperado a mi novio. Me había dicho que llevaba un suéter color rojo vino y unos vaqueros. Se había dejado crecer un poco más el cabello, y está vez lo tenía recogido en una floja cola de caballo. Me mandó fotos, estaba super guapo. Y ahora más que nada me dio miedo, miedo porque tal vez alguien le echó el ojo a Edwin.

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⏰ Última actualización: Oct 07, 2020 ⏰

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