Como siempre, todos los días iba a una cafetería cerca de su casa, hasta que algo cambió. Al llegar un chico de intercambio al café, alborotó todas las ideas y conceptos que tenía del amor.
¿Cuál será su destino?
Todo está predestinado... y no pod...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
*Nota= Cuando el texto esté en letra cursiva es porque está recordando ese momento.
23 de Septiembre
Era el inicio de otoño, esto significaba que el clima se volvía impredecible.
Por lo general las mañanas en Londres se vuelven bastante frías, aunque siguen habiendo algunos rayos de sol que no calientan nada.
Tomé mi bufanda de color morado que mi madre había tejido hace unos años, envolviendola en mi cuello, lo cierto es que con el frío que había me quedaría feliz con una taza de café en casa, pero debía cumplir con mis deberes.
— Listo — dije mientras estaba frente mi espejo. El día anterior me había decidido hacer ondas en el pelo y afortunadamente acerté, tenía el pelo largo por lo cual, algunos mechones caían como una cascada sobre mis hombros.
— Estás preciosa, hija — mencionó mamá mientras bajaba las escaleras rápidamente.
— Gracias má, ya me voy, te amo
— Yo también, cuídate y... — Sin duda que la conocía, sabía lo que estaba a punto de decir.
— y... si viene un señor en una camioneta ofreciéndome un dulce, le diré que no y correré, lo sé mamá, ya no soy una niña
— Siempre serás mi niña
Le sonreí y corrí a abrazarla, sabía que todo lo que hacía era por cuidarme y no éramos la familia perfecta, de hecho sólo vivíamos nosotras dos en casa, pero todo lo imperfecto, nos hace únicos e inigualables y eso nos convierte en perfectos.
Había pasado una semana desde que Will había entrado al instituto, ya conocía a todos los profesores y a la gran mayoría de nuestros compañeros. Al parecer era una persona que se adaptaba bastante rápido a los cambios.
— ¿Y tú, no deberías ir a la Universidad? Digo... a lo mejor se te está haciendo un poco tarde... — estabasentada en la mesa junto a la ventana con mi café Latte, mientras Will ordenaba las mesas, por lo temprano, aún no se veía gran cantidad de gente
— No te mentiré, debería ir, pero esta semana ha sido de locos... no he tenido tiempo de hacer papeleo, ¿sabes de alguna Universidad en dónde pueda continuar mi carrera de música?
— Entonces debería volver a presentarme, me presento, soy tu Ángel de la suerte — respiro profundo antes de pronunciarlo — Estás de suerte hoy, sólo por ser tú, te podría ayudar a entrar a mi Universidad, claro que no sé como funciona el tema del traslado, pero te prometo hacer hasta lo imposible por ayudarte. Te enseñaré mis amistades- digo con una sonrisa de oreja a oreja que, al parecer, se la he traspasado a él.