1. El reloj

515 50 15
                                    

«Ten cuidado; pues no conozco el miedo y soy, por tanto, poderoso».

«Ten cuidado; pues no conozco el miedo y soy, por tanto, poderoso»

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Es el aroma a café recién hecho lo que le arranca de su sueño. El golpe de luz caliente contra la piel delgada de sus párpados le molesta, le hace fruncir el ceño mientras gira en el colchón para darle la espalda a la ventana y luego se cubre el rostro con la almohada; sin embargo es inútil, ya está despierto, le es imposible reconciliar el sueño, así que tira la almohada contra la pared mientras saca los pies de la cama.

Se arrastra pesadamente hacia la cocina, sintiendo una molesta comezón en la garganta hasta que atraviesa el umbral y le ve. Katsuki está de pie frente a la meseta de desayuno, sirviéndose una taza de café. Shoto se detiene, sin atreverse a acercarse lo que tarda su mirada en encontrarse con el resplandor granate de ese par de rubíes, que parecen oscurecerse bajo la sombra de esas pestañas rubias cuando Katsuki estrecha los párpados. Y le paraliza, como siempre. Como si Bakugo tuviese alguna clase de poder sobrenatural sobre él capaz de cortarle la respiración solo con una mirada.

¿Cuánto tiempo le toma salir de su estupor? Cinco, diez segundos, tal vez un minuto entero. No importa cuando el tiempo al final se siente como si se detuviera hasta que él parpadea y vuelve a prestar atención al café que termina de servir y bebe de un solo trago. Entonces retoma el control de su respiración y se acerca, con cautela.

—Buenos días —dice mientras toma asiento en uno de los taburetes de la meseta. Incluso cuando se acaba de levantar después de una larga noche, siente como si no hubiese descansado en lo absoluto, y el picor en su garganta se acentúa.

Se frota los ojos en lo que bosteza; hace un momento pasó por el baño para lavarse la cara, pero no necesitó mirarse al espejo para saber que las ojeras se le marcan claramente bajo los párpados, dándole un aspecto de agotamiento que considera exagerado.

La cocina huele a bacon y pan tostado.

—Buenos días —finalmente responde Bakugo, más centrado en terminar el desayuno—. Pensé que tardarías más en levantarte.

Por su parte, Bakugo no es de los que se levanta temprano si no tiene algo importante que hacer en la mañana. Le gusta dormir, mucho. Sin embargo hoy ha salido de la cama antes que la alarma haga lo suyo, deslizándose fuera de las mantas para ir descalzo y solo con sus pantalones de algodón desabrochados hacia la cocina. No se siente especialmente descansado, más bien irritado, por lo que se puso a cocinar; así puede mantener la cabeza ocupada.

Shoto resopla.

—No podía volver a dormir.

Silencio. Todo está en silencio a excepción del chisporroteo del aceite caliente en la sartén y ese constante tic-tac que proviene del maldito reloj en la pared sobre la puerta del armario. Constante, milimétrico, rítmico. Crispándole los malditos nervios. Shoto cruza los pies descalzos en el suelo y deja que su mirada vague hasta encontrar algo de interés: la cafetera.

Frío y con olor a Naranja ⌜ ᴮᴬᴷᵁᵀᴼᴰᴼ⌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora