Hola cariño...

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Ha pasado tanto tiempo desde la última vez que escribí para ti, que se me ha complicado hablarte a través de mis escritos.

Estas últimas semanas, entre desvelos y amaneceres he pensado un poco en tí, en lo bien que te va, en lo que sea que estés haciendo, en casa con tu familia o con tu gato ó si estas bien tú y bueno te escribí esto...

Conocí a la niña más preciosa del mundo, con una locura y un amor único que no le cabían en el pecho si se llegaba a ella. Ella era demasiado linda, tierna, inteligente, astuta, el solo verla sonreír me causaba tremenda emoción; yo estuve enamorada de ella… Al cabo de una semana de conocerla me traía loca , sin reparos acepte ser su novia. Me hizo la chica más feliz de éste planeta, los días que me regalaban me parecían de ensueño, las llamadas y videollamadas se se hacían constantes, a la par de la tristeza de no tenernos. Pasaban las semanas, nos quisimos, nos entregabamos mutuamente, nos apoyabamos, nos dábamos mutua atención; dimos cuanto pudimos y quisimos. Ahora notarás que he hablado en variadas ocaciones en el verbo “pasado”. Y sí, a pesar de querernos tantísimo, empezaron las dificultades, las peleas, discusiones, reconciliaciones, orgullos; el mundo que habíamos creado colapsaba poco a poco; a ratos intenté salvarlo, a ratos intentó ella. Pero al final, y si no se pone de acuerdo en salvar el mundo creado a la par; eventualmente todo colapsa, y eventualmente sucedió. ¿Porqué vengo a decirles esto? Con el afán de honrar aquello que aún duele, con el afán de decir y proclamar que AMAR ES PERDONAR, PERDER EL ORGULLO, PERDER EL MIEDO, AMAR ESE SER VALIENTE

Mi última carta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora