Día 8: Oscuridad

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Cuando era joven creía fielmente que para sentirse solo era necesario estar rodeado de la nada pura, que aquel sentimiento solo podía sentarse sobre su pecho y dañarle la respiración cuando la oscuridad se ciñera a su cuerpo, pero no.

Conoció la soledad en medio del campo de batalla, con una kunai en la maño y la infancia derramándosele por los ojos, rodeado de cadáveres que no deseaban morir y anhelaban paz.

La misma paz que algunos años después encontraría en los dedos diminutos que se aferraban fuertemente a él, en los pequeños pasitos que corrían a tropezones dentro de la casa o en la sonrisa risueña de dos dientes de leche.

Se alejo aquel entonces, de su pecho, el sentimiento de abandono y la esperanza se instaló en su corazón, quería ver crecer a ese niño, alejado del miedo, del olor fétido de la sangre.

...

No tenía opciones, incluso parado frente a la encrucijada de elegir la guerra o la soledad, se encamino atravesando un mar de sangre, de odio y decepción.

Dejo atras el cascaron vacio del niño que un día juro proteger.

Lo reencontró convertido en un hombre que para su sorpresa cargaba años de odio y dolor, y que entre gritos de coraje le prometió un día darle, una vez más, la paz que anhelaba; la muerte.

Llegado el momento de cumplir esa promesa, Itachi se despidió con una sonrisa,  confiando ciegamente en los ojos zafiro que valientemente, le habían jurado proteger, cuidar y amar a ese niño que un día le regaló la felicidad más grande del mundo.


Fictober SasuNaru | •2020• |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora