Tercer día

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La mañana se hizo presente, las magas y el señor Hyness estaban listos para desayunar hasta que notaron que faltaba Zan:

--¿aun no se levanta, Zan? Francisca ¿podrías ir a despertarla?--

--si, señor--

al entrar a la habitación de Zan Francisca se llevo la sorpresa de que no estaba, su ventana estaba abierta pero no había rastro de la electrificante maga lo cual hizo que se dibujara una sonrisa en el rostro de la hechicera de hielo porque algo le decía que estaba con su amante, así que regreso a desayunar:

--no tiene nada de que preocuparse, señor, simplemente no esta--

--vaya, decidio salir temprano, esta bien, que disfrute que estamos aquí, ustedes deberían de hacer lo mismo ¿Por qué no salen a pasear el día de hoy?--

--pero hay mucho que hacer--

--olvídenlo por el día de hoy, Francisca, Flamberge, salgan a divertirse, además creo que tienen que comprarse unos disfraces--

--¿disfraces? ¿para que?--

--bueno ¿recuerdan a ese regordete pingüino que venia con esa bola rosada? me mando una invitación, al parecer es su cumpleaños y quiere celebrarlo con un baile de mascaras, asi que vayan de compras, y si se encuentran a su hermana por el camino díganle que también ocupa un disfraz--

--si, señor, nos vemos entonces, vamos Berge--

Ambas hechiceras salieron a toda prisa tomadas de la mano ignorando el hecho de que su hermana estaba mas lejos de lo que pensaban, ósea en la playa tal y como su amado roedor se lo había prometido, ambos estaban acostados en una hamaca debajo de unas palmeras que los cubrían de los rayos del sol, Zan a pesar de estar encima de Daroach podía sentir la brisa salada en su rostro, la calidez del sol, la frescura del océano y los latidos de su amado, todo un paraíso:

--¿te has dormido, Zan?--

--en eso estoy--

--esta bien, despues de todo te hice madrugar--

--no me molesta--

--¿tampoco te molesta que nos acompañaran mi pandilla?--

--tampoco, sobre todo porque están pescando--

--bien, descansa, cielo--

Daroach le besa la frente y se pone a observar el mar, apenas habían pasado unos minutos cuando dirigió su mirada de nuevo a su amada observando con detalle cada facción, desde la forma en como caía el fleco por su frente, sus hermosos parpados cerrados que ocultaban "las puertas de su alma", la forma en como estaba su delineado amarillo, sus tiernas mejillas, sus sonrosados labios, el delicioso aroma de su cabello, la suavidad de sus pequeñas manos que estaban posadas sobre su pecho, incluso admiraba el hermoso y sencillo vestido blanco que traía puesto que le resaltaba su bella y diminuta figura, era como si tuviera a un hermoso ángel dormido en sus brazos lo cual le hacia desear que si era un sueño que nadie lo despertara para poder estar eternamente así. Apenas había cerrado los ojos cuando sintió un beso en el cuello que lo hizo estremecerse mientras los escalofríos le recorrían por la nuca y las orejas, abre los ojos percatándose de que su amada estaba despierta mientras ella suelta una risa discreta:

--¿te desperté? perdona, queria besarte la nariz y no alcance--

--no me hubiera molestado si te apoyabas un poco en mi para alcanzarla--

--¿te molesto que te besara el cuello?--

--claro que no,  querida, lo que pasa es que soy muy cosquilludo--

Mi Mas Valiosa JoyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora