PARTE 2

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"No hay que prometer nada porque las promesas son horribles ataduras, y cuando uno se siente amarrado, tiende a liberarse, eso es fatal". -Mario Benedetti

...

-¿Estas lista? -Preguntó el hombre de traje, dándole una calada a su cigarro. Era alto, parcialmente más alto que el promedio, teniendo esa actitud elegante que caracterizaría a alguien como él.

Solier hizo una mueca mientras veía el entorno apocalíptico de una mente al borde de su fin -No, para nada

El hombre sonrió ante la respuesta de la chica -¡Esplendido! -Dijo mientras lanzaba el tabaco al suelo y con cuidado empujaba delicadamente a Solier por la calle -Debes pasar por todo el hospital, hasta llegar a la habitación 1111, ahí alguien te esperará para hacerte alguna pregunta y deberás responder en el menor tiempo posible. ..¿Estas lista?

La chica vio como todo estaba vacío, el gran hospital se veía abandonado y lóbrego. Pero lo que realmente le sorprendió fue la falta de personas rondando por el lugar. La calle tenía los autos abandonados en mitad de la autopista, los periódicos en el suelo rodando por el fuerte viento, y el cielo estaba tan gris que no sorprendería a nadie que empezara a llover.

-Aunque lo pregunte otra vez, no, no estoy lista

-Y eso es lo que me agrada de ti -dijo el hombre sonriendo -Comienza, y suerte ... la necesitaras.

La chica comenzó a caminar sin tener control de sus actos, entrando a la fría instalación, sintiendo el escalofrió que generaba el eco de las voces en el lugar ¿De donde provenían aquellas voces si todo estaba vacío? ¿Era la soledad un estado irreal de la mente?

Todo estaba sucio, viejo, descuidado, el perfecto escenario de una película de terror representado en la decadencia de una mente sana. Por alguna razón Solier percibía voces de personas, como si hubiera un mundo paralelo en el que ella no estaba ... no sabía cómo estar.

Cuando subió al tercer piso, pudo verse reflejada en una vitrina, su cabello negro estaba atado a una cola alta y sus ojos cafés se veían muertos y cansados, con una bala en su pecho, estaba más delgada y pálida de lo normal. Pero eso no le importó, lo que llamó su atención fue el reflejo de las personas atrás de ella, niños sentados en los asientos de un perfecto y limpio hospital, ancianos yendo a la que sería una de sus últimas citas, embarazadas de la mano de sus parejas sonrientes, bebes siendo arrullados por sus madres ... pero al girarse hacia atrás, el lugar permanecía vacío y sucio ¿Estaba sola realmente?

De alguna manera la presencia de más personas atreves de su reflejo solo alimentó el vacío de soledad dentro de sí misma.

Su cabeza empezó a doler, y cuando trato de emprender su camino nuevamente, vio una figura humana. Su familiar rostro hizo que la bala incrustada en su corazón doliera aún más, Rafael se quedó mirándola por unos segundos en que la soledad en el alma de Solier comenzó a desaparecer. No estaba sola, su viejo amigo estaba con ella ... o al menos eso pensaba cuando empezó a perseguirla, y como una reacción colateral a la muerte, ella empezó a correr.

-¡Aléjate! -Dijo con miedo a estar sola de nuevo. Pero era demasiado tarde, la soledad la estaba atrapando, como una segunda piel que enfermaba sus sentidos, cegaba su voz, callaba sus oídos, ensordecía sus ojos ... hacía que funcionaran mal sus sentidos.

Y cuando la cubrió por completo, ella misma dio fin a su huida tropezándo con sus pies y cayendo al suelo, girando para encontrarse a el que una vez fue su amigo. Y decepcionándose al ver que solo se quedó allí, parado viéndola destruida y sangrar.

-¿Ahora que me lastimé? ¡¿No harás nada para ayudarme ?! -Gritó desesperada

-Tú estabas huyendo -se limitó a decir el hombre

-¡Y tú me seguías persiguiendo! -Dijo viendo esa mirada fría en sus ojos -Estoy sangrando por tu culpa ... ¿Y no harás nada? ¿Con qué propósito me perseguías? ¿Fastidiarme? ¿Matarme de tristeza?

Ella misma sabía que sus heridas no habían sido por culpa de Rafael, era consciente que ella misma decidió caer, y que tener expectativas de que él la ayudaría cuando cayera era algo egoísta. Pero en ese momento solo quería tener a alguien a quien culpar y responsabilizar por la bala incrustada en su pecho.

La ansiedad en ella la consumió cuando el muchacho empezó a alejarse - Tu eres responsable de que este herida ¡¿Y me dejarás sola?! ... ¡¿Y solo me abandonaras ?!

-Necesitas hacer amigos o conseguir un novio, no te quedes sola -dijo antes de irse, ahogando los gritos de reclamo por parte de la débil mujer condenada a estar en el suelo. Una mujer que descubrió que la escritura original de su vida era un cuento de los hermanos Green, y aparentar que sus recuerdos eran la infantil adaptación de Disney la estaba ahogando.

-¡Me dejaste sola! ¡Te odio! -Dijo mientras su corazón lloraba, y sus pensamientos se empezaban a acumular. "Te lo mereces ... mereces quedarte sola" fueron las primeras palabras que su voz le dijo "Eres patética por estar en el suelo" balazos, espinas incrustadas en su espalda.

Sintio unas manos en su espalda que la ayudaron levantarse, sintio los latidos en su pecho y como la vida regresaba a su cuerpo. Gabriel la estaba ayudando a levantarse y trataba de sentarla en una de las mugrosas sillas del lugar.

No dijo ni una palabra, y los recuerdos de una historia inconclusa la atormentaron -¿Qué haces aquí Gabriel?

-Necesitabas ayuda, y prometí estar siempre que lo necesitaras -ella sonrió al verlo acompañarla, pero la voz en su cabeza regresó. "No lo mereces" "Tú fuiste la primera en irte ... él merece algo mejor".

Solier sonrió débil, resignándose a creer lo que decía su voz interna -Hace mucho tiempo que no estas, y me han torturado las ganas de preguntarte si te paseas en la imaginación de alguien más.

Tomó un mechón de su cabello y le sonrió -No tienes que destruirte con la respuesta

Ella señaló la bala en su pecho, correspondiendo a su sonrisa -Ya no hay nada más que pueda aportar a mi muerte.

Pero él no pronuncio palabra, y eso no la afectó, con la sola presencia de alguien que la cuidara le bastaba. Y en ese momento cuando se vio en la vitrina del hospital, vio a una pequeña niña en su lugar siendo consentida por el que creía era su primer amor.

-Gabriel, perdón por huir de ti, todo lo que pasó ... Solo queria decirte perdón y ... ¿Gabriel? -y como si una maldición la condenara, al girarse, no había nadie, estaba sola otra vez.

En el limbo no se aceptan a los cobardesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora