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Hinata abría los ojos después de una larga, larga noche. Miró todo a su alrededor, desconocía el lugar en el que se encontraba. Se tocó su cuerpo y se encontró semi desnuda usando solo una camisa. Miró a su derecha, su compañero de cama estaba enredado en algo parecido a unos boxers negros, con el torso desnudo y la sábana cayendo a sus pies. Sonrió, incluso dormido él se veía tan bien.

Según las manecillas del reloj eran las 04:33. AM.

Pasó su mano por su cabellera enredada recordando el día pasado. Sus ojos se quisieron aguar de nuevo, pero se controlo. Su día de luto por Hayate había terminado, ella le prometió a Raidou salir adelante, superarlo y eso es lo que haría.

Sigilosamente se escurrió hasta el baño, necesitaba lavarse la cara y vestirse para salir de ahí. La mañana era fría sobre todo con ropa tan delgada como la que ella traía.

Miró a Genma que ni siquiera estaba tapado, se acercó con cautela hasta él tomando la sábana para cubrirlo mejor.

-¿Qué haces? -Genma sujetó su muñeca cuando está llegó hasta su pecho. -Es peligroso que hagas eso Hinata.

-Solo quería cubrirte, hace frío, además estás helado.

Genma la acercó un poco más a él casi inclinándola por completo. -¿Pensabas irte así como así? ¿Sin despedirte?

-No quise despertarte. -su aliento chocaba con el de ella, y eso la ponía nerviosa.

-Duerme un poco más, aún es muy temprano. -la soltó y se dió la vuelta para quedar de espaldas a ella.

-Si Raidou se entera...

-No tiene por qué enterarse. Además, no estás haciendo nada malo. Solo descansarás.

A pesar de que Genma tenía razón pues si estaba sumamente cansada y quería dormir, ella no aceptó, entró nuevamente al baño, tomó su ropa húmeda, se vistió y en una reverencia hacia su anfitrión salió de ahí.

Se recordó que tenía que visitar a Raidou que seguía el hospital.

Pasó por su casa para cambiarse, antes de irse de nuevo miró hacia la habitación de Hayate, abrió y se recargó sobre la pared, Yuugao estaba dormida abrazando una almohada que sin duda, aún tendría su aroma, lo sabía porque ella misma lo había comprobado.

Todas esas misiones de Hayate que a veces le llevaban más de una semana hacían que lo extrañará, tenía 11 años cuando entró a su habitación y durmió en su cama. Su almohada estaba impregnada con su loción mezclada con menta y un poco de olor dulce parecido a fresas. Era agradable y la hizo sentir mejor.

(...)

Eran las 7 de la mañana y Hinata había terminado sus rondines, se dirigió al hospital y encontró a un Raidou dormilón y con la boca semi abierta. Se sentó sobre la silla que estaba designada para las visitas y contempló la tranquilidad de su sueño.

-Hinata. -habló después de más de una hora.

-¿Cómo estás?

-Yo estoy bien... pero la comida es horrible.

Hinata sonrió, Raidou era un consuelo a su sentimiento de soledad.

–Izumo y Kotetsu estuvieron aquí ayer, dijeron que irían a verte.

–Bueno, realmente no estuve al alcance de la vista de nadie. -dijo rascando su nuca.

-¿Hinata...? -la reprendió.

-No es lo que crees... solo necesitaba estar sola. Es todo. -recordó los momentos en la casa del Shiranui. Sola sola, no quería estar ni estuvo.

-Bien, la verdad sigo pensando que es mejor que vivas conmigo.

¿CONTIGO? ¡JAMÁS!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora