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La mañana había sido tranquila, Hayate se presentaba ante la hokage para atender lo último de su misión, para luego salir del lugar en una bomba de humo.

Pasó a su casa para equiparse mejor mientras Raidou aparecía. Hinata se despertaba somnolienta al escucharlo entrar.

–¿Te irás ya?

–Asi es, volveré en unos días.

–¿Antes de mi cumpleaños?

–Antes de tu cumpleaños. Lo prometo. -besó su frente y salió al encuentro con su equipo.

–Por favor, no hagas nada estúpido -alcanzó a decir, pero él no escucho.

Ella se volvió al baño para vestirse y salir a dar sus rondines como todas las mañanas, y sabía que, como de costumbre se encontraría a Kotetsu e Izumo.

Vió a ambos chicos saltar por los techos de las casas, sus ojos estaban más cerrados que abiertos, eso le parecia gracioso.

(...) (...) (...) (...) (...) (...) (...)

Después de 2 días de camino, Hayate y su equipo al fin habían llegado hasta las fronteras con Suna, donde se encontraba su objetivo, y dónde su misión se enfocaba.
Utilizó su jutsu de luna palpitante y se camuflageo entre los ninjas de esa aldea. Trepó hasta un edificio alto para tener una mejor visión de su objetivo.

Era Baki, y estaba hablando con...

*Esto es malo* pensó.

Quería hacerle la señal a su equipo pero un golpe en el estómago se lo impidió.

–¡Kabuto! -chilló Hayate, mientras retrocedía por el impacto.

–Baki, encárgate -le dijó al ninja que había visto antes en los exámenes Chunnin.

–¿Qué demonios está pasando aquí? -preguntó sin obtener respuesta. Se puso de pie y pretendió hacer la señal pero no tuvo respuesta. Aún estaban en los límites del país del fuego y era su terreno, el impostor era ese ninja de la arena.

–Lo siento pero no puedo dejar testigos.

Hayate dió vuelta y un ninja robusto cargaba a Aoba y Raidou inconscientes.

Por suerte Aoba alcanzó a mandar uno de sus cuervos directo al campamento ANBU más cercano, y estos habían cumplido con su objetivo de pedir ayuda, pues en poco menos de una hora los refuerzos habían llegado. Para desgracia de Hayate la herida proporcionada por Baki era grave y acabó con su vida. 

Fue Yuugao quien tuvo que llevarlo de vuelta a la aldea con su escuadrón. Por suerte Aoba y Raidou estaban bien, solo con heridas menores. El ninja médico pasó directo a Hayate. Éste hizo una pausa y negó con la cabeza. Ya no había nada que hacer por él.

No pudo evitar sentir agua acumulándose en sus ojos. Estaba mal, estaba triste, estaba dolida, y lo peor, sentía rabia. Pero no era el momento ni el lugar para estallar en una bomba de furia.

–Juró que te vengaré Hayate. -susurró, quitándose la máscara ANBU.

(...) (...) (...) (...) (...) (...) (...)

Hinata caminaba de regreso a su casa, en dos días era su cumpleaños y Hayate no había vuelto después de casi una semana de ausencia, por suerte esa sensación de ahogo había desaparecido al fin.

Escuchó las campanas sonar en el cementerio.

–¿Un funeral? -se preguntó, pero no le dió importancia.

Caminó hasta el pequeño bosque donde Hayate solía llevarla de pequeña. Sonrió, por alguna razón estaba llorando, tal vez le conmovían los recuerdos.

¿CONTIGO? ¡JAMÁS!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora