Prólogo

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Hay que estar un poco loco para aguantar a tanto idiota (Friedrich Nietzsche)

Mi vida no tenía sentido.

No tenía un propósito y mucho menos un destino.

¿Por qué seguir viviendo en algo que parece un martirio?

Esa era la misma pregunta que me hacía cada día al despertarme y cada noche al arroparme.

Las mañanas eran frías, tanto que era normal despertarse y ver el cielo nublado, de colores grisáceos.

Gris

Era un color que me gustaba por la combinación de dos colores: el blanco y el negro que psicológicamente eran colores fríos y templados.

La luz del sol no llegaba a esta pequeña ciudad, donde las personas ya se habían acostumbrado a ello. Las calles siempre se encontraban ocupadas por la gente caminando apresuradamente sin detenerse, tanto que ni les importaba el frío con tal de ir a la rutina de siempre.

La única preparatoria en la que asistíamos todos los adolescentes del pueblo era igual de vieja que la plazuela del centro de la pequeña ciudad. Las paredes se derribaban poco a poco y tampoco a nadie le importaba.

Todo en este pueblo era deprimente

Para mí no había un sentido, todos nos conocíamos pero no nos soportábamos.

Pero ese día en específico llego él.

La primera persona que le daría no solo un significado a Kallsentown si no, un propósito.

*****

No podría describirlo para ese momento porque yo no lo había conocido todavía, para mí solo era un desconocido, un citadino que había venido a Kallsentown misteriosamente.

Tampoco es que pensaba conocerlo al ver las admiradoras que ya había conseguido en un pequeño lapso de tiempo. Pero las murmuraciones y los chismes no paraban.

Era nuevo en Kallsentown y desde hace muchos años que no habían personas nuevas en este rustico pueblo.

¿Quién quisiera mudarse a un aburrido pueblo alejado de las modernidades?

Porque yo no.

Pero el misterio del porque se mudó a estos suburbios no tardó en llegar.

Algunos decían que su familia estaba en quiebra, otros que estaban huyendo de algo o alguien y bueno, como dije, los chismes no paraban.

*****

Ese día era uno normal para mí.

Las personas me ignoraban y yo las ignoraba a ellas. Me tachaban de rara y no los culpó, a veces sentía que lo era.

No podía llevarme bien con las personas ni ellas conmigo.

Los profesores no me entendían y a veces solo preferían que me largara de sus clases, algo que por supuesto yo hacía en reiteradas ocasiones.

Muchas veces vagaba por los pasillos de la escuela hasta esperar el toque del timbre e irme sin problema, aunque habían ocasiones en las que subía al cuarto piso.

El cual era inhabitado para todos los estudiantes por lo peligroso que era, ya que no contaba con barandas de seguridad.

Perfecta para personas suicidas como yo

Pero claro, yo podía ir y venir de aquel lugar, ya que nadie lo vigilaba. O bueno, a nadie le importaba que yo subiera.

Odiaba el ruido y amaba el silencio, porque solo así dejaba de escuchar las voces en mi cabeza. Llámenme loca pero si escuchaba voces, más que todo murmuraciones que solo se hacían más y más fuertes mientras convivía con las personas.

En sí, escuchaba voces que a veces me incitaban a hacerme daño.

Subí los últimos escalones apoyándome de la pared, ya que no había barandales. Por eso era una zona peligrosa, ya que podías caerte de las escaleras si no tenías un buen equilibrio.

Un paso mal dado y adiós para siempre.

Pero cuando pensé que estaría sola y encontraría la paz, lo vi a él.

Un chico alto, parado cerca del techo a unos cuantos pasos del vacío.

Claro, que eso no era tan sorprendente para mí, si no lo que estaba haciendo.

Una niebla densa de color negra salía de ambas de sus manos, marchitando las plantas que se encontraban a uno de sus costados.

Las venas sobresalían de sus brazos desnudos mientras él cerraba los ojos fuertemente.

Como si tratara de controlarse.

Ver aquello era como si estuviera en un sueño extraño, completamente ilógico.

Pero todo era real

Y lo sé porque cuando me acerqué el abrió los ojos y me observo con una mirada tan tenebrosa que volví a tragar saliva en ese momento.


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01/11/2020

Darkness (Secreto #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora