≪•◦ ♡ ◦•≫ Día 2 (PERFUME) ≪•◦ ♡ ◦•≫

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Summary: La lluvia y su perfume siempre es vista como algo que deprime. Pero para Marinette, es felicidad total.


El paraguas de Adrien lucía algo pequeño para los dos, pero Marinette sabía que no podía rechazar la oferta del rubio. Con un ligero sonrojo dejó el refugio en el que estaba y se unió al rubio, temblando cuando las frías gotas cayeron sobre su piel. Adrien sujetó el mango del paraguas con más fuerza y se movió más cerca de ella.

—Quédate cerca. O de otro modo, ambos estaremos empapados.— Rió, alzando ligeramente la voz para que pudiera ser escuchado por encima de la lluvia.

Marinette no dijo nada. Solo siguió caminando, tratando de no estar tan cerca porque sus hombros se tocaban constantemente. Estar tan presionada cerca de Adrien hacía que sus latidos se aceleraran, y cuando pisó un charco, gritó y se sujetó del brazo del rubio, sonrojándose por su torpeza, y empezando a caminar antes de extrañamente retirar su mano.

—No, está bien.— Adrien le sonrió mientras apresuraban el paso. —Sujétate de mí. Ya casi llegamos.—

Era algo ridículo la forma en la que estaban hablando como si la lluvia fuera a matarlos y ambos tenían que sostener al otro para sobrevivir - pero Marinette mordió su labio ante las palabras de Adrien y solo se acercó más, presionando sus hombros, hundiendo sus dedos en la ropa del mayor, sentía el perfume de Adrien cosquilleando su nariz, era un aroma fresco, tranquilizador y muy único...tanto como el perfume de la lluvia

No iba a reírse al respecto, pero era como si Adrien estuviera protegiéndola.

Protegiéndola contra algo tan ligero como la lluvia y su perfume - era algo pequeño, claro, pero este era el hombre que amaba y que ahora sostenía su paraguas para asegurarse que ambos no se mojaran.

Adrien estaba protegiéndola de la lluvia y su perfume.

La idea hizo que su corazón se sintiera ligero. Inconscientemente, se acercó más, y sin darse cuenta, sus pies pisaron otro charco. Frunció el ceño cuando sus siguientes pisadas fueron inestables y pesadas - el agua en sus suelas creaba una sensación incómoda.

Adrien chasqueó la lengua, pero no dijo nada. Tenía esa pequeña sonrisa en sus labios - esa que hacía que Marinette se sintiera amada. Marinette amaba su sonrisa, casi tanto como el perfume de la lluvia.

—Ya falta poco.— Adrien anunció, y Marinette reconoció la familiar parada de autobús. Había una caseta ahí, lo cual significaba que ella no tendría excusa para seguir tan cerca. Escondió el puchero, y disfrutó los últimos segundos que tenían. Un poco más cerca, respirando el frío aire y el perfume de la lluvia, temblando ligeramente, las pequeñas gotas golpeaban el paraguas. Acercándose aún más, sus dedos se apretaron en la ropa de Adrien, haciendo que el mayor sonriera.

Y cuando llegaron, Marinette se sintió mareada, viendo a Adrien bajar el paraguas. No había nadie más en la parada de autobús, quizá porque ya todos se habían ido, o alguien los había recogido. Pero no le importaba. Ella se sentía especial, como cada vez que Adrien la miraba, haciendo que todo lo demás se desvaneciera y le hiciera sentir como que empezaba de cero con alguien que nunca la juzgaría. Alguien que...estaría ahí para ella.

—Creo que el bus llegará en 5 minutos.— Adrien musitó, mirando su reloj.

Marinette asintió, moviéndose un poco. Después un momento de duda, se recostó en la banca, sintiéndose feliz cuando Adrien se sentó a su lado dejando solo un pequeño espacio de distancia entre ellos.

—Marinette...

Fue tan súbita la forma en la que Adrien murmuró su nombre, haciendo que la azabache saltara un poco antes de dudosamente alzar la mirada.

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