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Un millón de futuros le venían a la mente, situaciones que podrían parecer caricaturescas o surrealistas a los ojos de la sociedad, como un futuro donde no queda nada más que tu sombra y una hamburguesa o un apocalipsis, aunque lo primero le parece más interesante.

Y es que el destino tenía tantas puertas que podían ser abiertas por la mínima cosa que hagas, él había visto suficientes películas y videos sobre viajes en el tiempo como para saber eso. Y cuando se refiere a suficientes se dirige a los videos de conspiración de alteraciones temporales y a la película de Doctor Strange.

¿Qué? ¿Hoy has respirado tres veces en vez de cuatro? Tu perrito va a morir.

Pero nunca imaginaría un futuro donde se desmayaba después de ver a la persona que provocó toda su desgracia y que ahora esté en la casa de este; mientras finge dormir para que el otro no se lo coma vivo.

¿La razón por la que él cree que se lo comerá?

Podría él mismo decir que posiblemente su pensamiento es una exageración, pero lleva media hora fingiendo roncar y el pelinegro no separa sus ojos de él, puede sentir como la ropa comienza a tener un agujero por la intensidad que siente de la mirada contraria.

"¿Dios estás ahí? Soy Zenitsu. Si, de nuevo..." Decía Zenitsu dentro de su cabeza recordando los rituales de purificación que realizaba su abuelo cuando cometía una atrocidad. "¿Cuántas Ave María eran cuando uno necesitaba salvación? ¿30?"

Y al escuchar un rayo y una lluvia fuerte empezar, supo que la había fregado por completo...

¡¿Por qué no le dijeron que el número de oraciones no se podía bajar ya que los de arriba se enojarían con él?!

"Ahora los santísimos también son de una generación de cristal, si le bajabas el número de oraciones se ofenderán. Además ¿Qué iban a hacer con 30 oraciones? ¡El mundo no tiene sentido!" Empezó el rubio a quejarse sin darse cuenta de que cuando cayó el rayo dio un mini grito -Igual de masculino que en el capítulo 4- y que empezó a temblar.
A veces sus pensamientos no lo dejaban pensar. 


¿Qué puede decir?
Es parte de su encanto Zenitsal.


Empezó a sentir patadas en su estómago que se hacían cada vez más fuertes, al punto de que la quinta patada casi le hace devolver su humilde desayuno.

Sobándose la barriga y tosiendo un poco se sentó en la superficie en la que estaba acostado. Planeaba preguntarle al contrario que es lo que le pasaba y la razón del porque le pateo tan fuerte, nada de qué preocuparse ya empezaban sus quejas diarias.

Pero ahí seguía, la mirada imperturbable que le dirigía el pelinegro con sus ojos de color verde que brillaban casi como las esmeraldas que pudo ver una vez... en una revista de joyas femeninas. No le pregunten por qué tenía eso y porque le prestó atención al catálogo de collares para damas de honor.

Pero el recuerdo seguía allí, así que sus ojos solo se dirigían a esa dirección; aunque él quisiera quitar la mirada y visualizar otra cosa más importante; como el agua que estaba entrando de manera peligrosa a la vivienda del contrario, pero no pudo decir ni una palabra por estar hipnotizado y demasiado concentrado en aquellos ojos.

Espera...

¡¿Agua entrando?!

El rubio se levantó con rapidez y sin importarle ya la mirada el otro; se puso a patear el agua para que dejara de subir -aunque su acción era el equivalente a gritarle a una araña para que se vaya: Nula-. Y no esperaba que el pelinegro se levantara y también se pusiera a patear el agua con una expresión de diversión en su rostro.

¡Quita Tu Camioneta! (Inozen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora