{ 15 }

14 3 0
                                    


¿Qué?

¿De verdad con quien acabo de tener este inconveniente es esa Ana? ¿Cómo era posible? Inmediatamente dirigí mi vista hacia el lado izquierdo de su pecho, acto seguido vi su rostro, con total estupefacción en el mío.

—¿Y ahora por qué me ves de esa manera, eh? ¿Acaso sufres algún trastorno de personalidad y por eso es que eres tan raro? ¿Y por qué estás —.

No terminó de hablar porque saqué de mi bolsillo una de mis tarjetas de presentación para extenderla frente a ella.
—Si de verdad trabajas para mí y yo no lo sabía, entonces contacta conmigo a este número.

Esta miró la tarjeta con una expresión confundida, seguro piensa que soy un psicópata por este cambio tan repentino, es sólo que... Me tomó por sorpresa su parecido con aquella chica ese desgraciado día, por lo que necesito confirmar de manera no verbal si ella es la mujer a la que se le hizo el transplante. ¿Por qué no se lo preguntaba personalmente? La verdad no tenía el valor de verla frente a frente mientras me decía que sí era ella.

De inmediato me di vuelta y seguí el camino a mi departamento rápidamente, dejándola confundida a mis espaldas, esto era lo que pasaba cada que salía de esas cuatro paredes. En pocos minutos llegué a mi destino, abriendo la puerta de entrada y soltando el aliento que no sabía que estaba conteniendo. Cerré la puerta a mis espaldas y me deslicé sobre esta hasta caer delicadamente al frío suelo.

Revolví mi cabello, mientras que los recuerdos de esa mujer de luz venían a mí con mucha más potencia y dolor. Una imagen de ella bailando sola en un escenario y las luces apuntando sólo a su danza no tardó en atormentarme, nublando mi vista en cuestión de segundos.

Eran tan hermosa, tan majestuosa. Como una flor que nunca marchitaba.

Yo... yo aún la amo.

Solo tienes un problema en la vida. Te preocupas demasiado. Siempre eres demasiado sensible, demasiado nervioso.

Eso fue lo que una vez me dijo Melissa, al ver que me rehusaba a nadar junto a ella en un frío lago de Alsacia, me llenaba de terror pensar en los miles de animales extraños que habitaban allí, y que podrían devorarnos.

Ella sólo soltó una pequeña risa y me abrazó, así mismo engañando a mi débil corazón para lanzarme junto a ella a ese terrible lago, o al menos así lo veía en aquel entonces. Ambos salimos del agua a los pocos segundos, en busca del habitual oxígeno, debí tener una cara de terror por la risotada que soltó un momento después de verme.

El miedo desapareció por completo al ver un tenue rayo de luz en el agua del lago, al mismo tiempo que este se reflejaba en su rostro, haciendo que su blanca piel se viera mucho más delicada y majestuosa de lo que ya era.

Luego de eso estuvimos unas cuantas horas jugando entre nosotros, echando agua en nuestros rostros, sumergiéndonos en el lago, ella de valiente y curiosa atrapó a un pececillo dorado en un vaso que traía en mi bolso, sus ojos brillaban en demasía, con una sonrisa de oreja a oreja viendo al pequeño animal. Por supuesto que unos cuantos minutos después lo liberó.

Ese día supe que mi amor por Melissa no conocía límites de tiempo ni distancia.

Porque no importa en qué mundo esté ni con quién se encuentre, yo la seguiré amando sin importar nada, sin importar que la vida se me vaya en eso.

Luego de unos minutos me recompuse, me levanté del suelo y me dirigí a mi habitación, lanzándome en mi cama en seco, dejando que el sueño me venciera de una vez por todas, tuve suficiente por hoy.

◆ ◆ ◆

Unas horas después desperté, llevando la palma de mi mano a mi frente debido al pequeño dolor de cabeza que me dio la bienvenida después de una siesta. Me levanté de la cama y me dirige al baño a darme un poco de aseo personal. Salí del baño y luego de la habitación, para ir hacia la cocina, hacía horas que no comía nada.

The Secret of Harry ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora