Capítulo 1

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Comenzaré con el "Erase una vez" como todas las historias y que siempre tienen un final feliz... bueno, casi siempre.

Cumplir los 19 años en el pueblo, significa tener que casarte en un año y tener la mayor cantidad de hijos que tu vientre pueda resistir, no cuántos puedes mantener, si no los que tu vientre pueda.

Aunque por lo general los matrimonios suelen ser arreglados por nuestros padres, no tienes mucha libertad de opinión, y cuando la tienes, definitivamente no esperes que te tomen en cuenta.Te intercambian por terrenos y ganado, y en la boda, el novio es el que tiene que pagar la ropa que usará ese día la familia de la novia, incluyendo el vestido de la novia.

Estoy a prácticamente una semana de cumplir los 19 y ni siquiera me he tomado el tiempo de salir conocer lo que hay fuera del pueblo, de convivir con otros jóvenes, salir a los bailes que organizan en la explanada del mercado.

Vivo con mi madre Margarette, mi padre Charles, mi abuela Teodore  y mis 3 hermanos, Alice, Anton, Ashton. Y yo, la hermana mayor Alison. Todos los hijos con A en la inicial de sus nombres.

Somos una familia con muy pocos recursos, incluso me atrevería a decir que la familia con menos recursos en el pueblo. Mi familia es muy trabajadora, pero con empleos mal pagados debido a la nula educación escolaridad que recibimos.

Los hombres de la familia se dedican a la minería y las mujeres somos amas de casa, no se nos tiene permitido trabajar ni hacer ningún otro labor para otros hombres o mujeres que estén fuera de nuestras familias.

Yo sé hacer muchas cosas gracias a mi padre y mi abuela, o por lo menos lo sé a diferencia de las otras jóvenes. Sé cocinar, sobre medicina, sobre animales, herbolaria, aseo en las casas, bailar, cazar, pintar, dibujar, tejer, coser, nadar, leer y escribir.

Ésta noche en la taberna, darán  un anuncio especial de la realeza y unas cuantos nuevos matrimonios y las noticias generales que se dan una vez cada semana, generalmente se dan los miércoles, pero como harán fiesta, prefirieron darla en viernes para poder reunir a todos y celebrar juntos.

Apenas es medio día y yo ya me he puesto ansiosa a rebuscar en mi armario algún vestido que no esté roto, ni sucio y que huela bien. Aunque pensándolo bien ... puedo robar un poco del perfume de mi madre y listo, el asunto del olor está arreglado.

Encuentro un vestido color lila, con los botones en el medio y la altura hasta la espinilla. Ahora a tomar una ducha un poco más elaborada de lo común. Es una celebración y por lo mismo es una ocasión muy especial. Además, puede que baile con algún muchacho y que ese muchacho se enamore de mi.

Ya terminado mi baño, me pongo el vestido. Se ve perfecto, aunque... falta algo... ¡¡¡Claro!!! los zapatos.

Me meto a escondidas al cuarto de mis padres para tomar un poco del perfume, pero empiezo a escuchar pasos en el pasillo, así que lo meto en el escote de mi vestido. Es una botella muy pequeña de cristal así que no se notará y quien entre, tampoco notará su ausencia.

Corro debajo de la cama para poderme esconder. Entra mi madre a la habitación seguida de mi papá, y escucho absolutamente todo...


-Charles, no podemos obligar a Ali a casarse con alguien que no conoce y que puede que no la trate bien- dice mi madre.

-Cariño. Es un hombre de buena posición. Además, nuestra hija cumple con sus expectativas y la está aceptando como esposa, sin importar la casa social de la que venga- Responde tajante mi padre.

-Demos una oportunidad a Ali ésta noche en el baile, puede que conozca a algún muchacho y se enamore- mi madre dice

-Margarette. Entiende que es un buen hombre y de muy buena posición social y económica. No dejaré que arruine su vida  como tú arruinaste la tuya al casarte conmigo por amor. Ahora mira. tenemos cuatro hijos y ni siquiera podemos alimentar a uno- Responde ya muy molesto.

-Pero yo lo hice por amor y estuve dispuesta a perder todo por estar juntos. Lo acepté y yo soy feliz contigo- comienza a llorar mi madre.

-Margarette, yo tengo el control en esta casa, así que harás lo que yo te diga y sin reproche alguno- Grita mi padre.

-No obligaré a mi hija a casarse con alguien que no conoce y no mandaré a mis hijos en un tren para perderlos y que de pronto otra persona que tampoco conozca, los tome y les haga algún daño. Sé que no tenemos ni una moneda para comer, pero puedo salir a las calles para conseguir un poco de dinero por las noches- Mi madre tiembla de miedo y enojo.

-No. Las cosas ya están decididas. Y no te vas a denigrar de esa forma, porque también me pones en vergüenza a mi. Imagínate. Esposa de Charles Bélanger, se dedica de desnudarse para otros hombres a cambio de unos miserables centavos- Dice mi padre y sale por la puerta del cuarto, junto con mi madre.

Salgo de mi casa y necesito correr.

Sé que no es digno de una señorita correr, pero en este momento es lo que menos me importa. Las normas de como ser una señorita, las mando por un tubo.

¿Nunca les ha pasado que corren a más no poder por mucho tiempo y siguen sin saber como resisten correr tanto? Bueno eso es lo que me ocurre. Hasta que por fin freno y subo al árbol del refugio.

El árbol del refugio lo inventé yo cuando tenía 4 años. Fue un día que mi padre había ido de caza y asustó a unos cerdos salvajes y tuve que subir a ese árbol. Ese árbol me protegió y desde ahí, subo a él cada que me siento triste o insegura, o solo para ver el atardecer cuando el cielo se torna morado, rosa y naranja.

Así fue esta vez, me quedé a admirar el atardecer y contarle mis penas al árbol. Cuando era pequeña, el árbol me daba consejos, pero mediante fui creciendo, me dejó de hablar. Tal vez fui perdiendo una poca de imaginación y eso causó que dejara de conversar conmigo.

Tenía que hacer algo por mi familia y no importaba cuando tuviera que trabajar en ello, incluso si tenía que sufrir, pero no dejaría que todo se derrumbara en un día y que mis hermanos se pierdan.

Todo Rey necesita una ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora