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Se dice que el algo tan simple como el aleteo de una mariposa podría cambiar el futuro o el leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo.

Bueno ese concepto nunca fue más real. Y todo comenzó hace dos años, cuando tenía catorce.

Recuerdo ver constantemente la misma mariposa pasándose en mi ventana, era una monarca blanca, nunca había visto una tan hermosa y distinta como esa, podía apreciarla por horas.

Hasta que llegaba mi padrastro, mi pesadilla.

Llegó cuando tenía ocho años, los abusos no empezaron hasta que cumplí diez, y no se detuvieron. Mi madre tampoco me creía y no se daba cuenta porque él siempre cambiaba sus turnos de trabajo para tener el contrario que ella.

Estaba cansada de todo eso, he intenté escapar varias veces, intenté denunciarlo, pero el era más inteligente que yo y siempre encontraba la manera de cubrir su rastro, la manera de hacerme quedar como una mentirosa obsesiva. Como era de esperarse caí en las drogas prescritas e ilegales, aunque no las usaba mucho y nunca desarrollé una adicción ni nada por estilo.

Cada vez que ponía una denuncia una nueva cicatriz aparecía, la más notoria es la que tengo en mi ceja izquierda. Siempre trato de cubrir las demás, por el simple hecho de que las odio, no soporto verla, cada vez que las veo me recuerda todo la mierda que tuve que pasar.

La única que sabía la verdad de todo era Melanie, ella era la única que podía hacerme sentir mejor, era mi pilar, pero como siempre tenía que llegar algo a arruinarlo todo.

Ahora tengo dieciséis y nada ha cambiado, todo es la misma mierda, he tenido que acostumbrarme a este estilo de vida, he tenido que aprender a sobrellevarlo y vivir con esto.

-Emma, ya llegué -el volumen de la música en mis auriculares no me permitió escuchar lo que venía-. ¡Emma, ven aquí! -sentí un fuerte dolor en mi cabeza, acompañado de un grito. Finalmente soltó mi cabello y caí en el suelo gimiendo de dolor.

No me opuse, no dije una sola palabra. Después de seis años y nunca poder hacer nada al respecto me rendí, me rendí ante la agonía, el dolor y la humillación.

Todo transcurrió como siempre, él me obligaba a besarlo, su lengua invadiendo mi boca era una de las peores sensaciones y por más tiempo que pasara ese aliento a alcohol siempre lograba perturbarme más.

-Emma... te deseo ahora -susurró en mi oído con su pesada respiración y sus manos tocándo era simplemente asqueroso, pero lo trataba de soportar como siempre.

Cuando sentía el asqueroso bulto en sus pantalones arrancaba mi ropa junto a la de él, luego ese horrible dolor que sentía cuando estaba dentro de mí, no importaba el tiempo o las veces que lo hiciera, la mayoría de la veces terminaba sangrando por obvias razones. Tener que aguantar su pesado cuerpo se hacía más fácil con el tiempo, pero a veces sentía como me quedaba sin aire y poco a poco perdía la conciencia, hasta despertar completamente adolorida.

Mi vista estaba nublada y perdida en la ventana, era muy probable que me desmayara en unos minutos, hasta que la vi. La monarca estaba en la habitación, mi mirada la siguió hasta que se posó en algo brillante... algo metálico. Fue ahí cuando usé las pocas fuerzas que me quedaban, estiré mi brazo hasta alcanzar el cúter. Me cuestioné varias veces si hacerlo o no, tenía miedo de lo que podría pasar después, entonces vi como la mariposa salía de la habitación y voló libremente. Eso me hizo entrar en razón y pensar que estaba cansada de vivir la misma mierda tantos años, de ser una sumisa, de ser débil.

Saqué la afilada hoja de metal, la clave en su espalda y la retiré rápidamente -¿Qué... mierda... -las palabras no le salían, supongo que nunca esperó algo como eso- ¡¡Emma... hija de puta!!

Butterfly effectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora