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Emma... ¡Emma!

¿Qué haces aquí? Tú... estás... muerto...
¡Tú no estás aquí, esto es una pesadilla!

¿Cómo estás tan segura?

Sus manos comenzaron a tocarme lentamente, se siente tan real, es como si siguiera aquí. Mi cuerpo se inmovilizó, no podía hacer nada.

Emma... nunca podrás liberarte de mi... soy parte de ti... mira tus cicatrices... mírate... lo que eres ahora... no eres tan diferente a mi...

No, no, no. Yo no soy como tu. ¡No soy un monstruo!

Segura... ¿por qué no le preguntas a él?

Emma... ¿por qué me hiciste esto?

Aquel hombre salió de las sombras, su cuerpo putrefacto se abalanzó sobre mi.

Sangre emergió de todos lados. Su boca, ojos, orificios nasales, oídos. Eran cascadas interminables que inundaron el lugar.

No puedo respirar.

Intento pelear en vano.

Todo se torna negro.

Sentí que alguien me agitaba -Emma, despierta... -esa voz se escuchaba tan lejos. No podía diferenciarla.

Me levanté de golpe y lo tomé por el cuello, apretando cada vez más -No eres real... tu estás muerto... -seguí presionando. Sentí como su pulso disminuyó.

-Em... ma, soy yo... -mi nublada vista empezó a desaparecer, era Melanie. La solté enseguida.

-Melanie, ¿estás bien? -la tomé por los hombros.

Ella sujetó su cuello mientras tocía y jadeaba -No es la mejor manera de despertar, pero estoy bien... ahora podríamos bajar y desayunar como personas normales.

-Ya voy, déjame bañarme primero -volví a la normalidad.

-Bueno vamos -venía detrás mío con una toalla y su ropa.

La vi seriamente -Mel, Sabes lo que opino de tomar duchas juntas -en realidad no era de mis cosas favoritas, nunca me agradó la idea de que vieran mis cicatrices... mi debilidad...

Ella me miró pensativa, como si recordara algo -Que no es tan bueno como el sexo.

-No, y lo sabes.

-Emma -me vio con tranquilidad- he visto tu cuerpo muchas veces, que tiene de malo verlo fuera del sexo.

Rodé los ojos -Ok. Vamos.

Entramos al baño, ella fue la primera en desvestirse, aprecié su cuerpo con lujuria, ella era tan hermosa. Piel pálida y suave como el algodón, pechos grandes comparados a los míos, piernas gruesas y ese culo que me hacía babear y tener los deseos más impuros. Lo que más me gustaba era su versatilidad, amaba cuando pasada de ser dulce y tierna a un súcubo que me robaba el sueño.

Yo por otro lado no tenía tanta seguridad de hacerlo. El solo hecho de mostrar lo que me hacía débil... era difícil para mi. Ella me dio un tierno beso y empezó a desvestirme poco a poco hasta dejarme en ropa interior.

-Ves. No pasa nada -me sonrió simpática. Desabrochó mi brasier y lo dejó caer. Se agachó y bajó mis bragas, observando detenidamente una de mis cicatrices -mantuve mi cabeza fría y traté de controlarme.

-Ya puedes levantarte -le ordené con seriedad.

Ella se puso de pie y acarició mi mejilla, viéndome con esos profundos ojos verdes que podían leer mi alma -Sé que nunca has sido de sonreír, pero ahora estás peor. Tu mirada está tan vacía y luces tan inexpresiva... más de lo común, si de por si eres seria y amargada, ahora lo demuestras más.

Butterfly effectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora