Capítulo 1. Soñador.

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CAPÍTULO 1. SOÑADOR.

Las velas se movían gracias al viento favorecedor, la gran embarcación navegaba por el mar con una paz impresionante, mientras la tripulación estaba reunida en la cocina tomando el desayuno a primeras horas del amanecer. Solo se encontraba él en la cubierta, de pie tras el timón, con su cabello oscuro y sus ojos verdes resplandecientes contra la luz pero a la vez inexpresivos, se veía realmente fuerte, pero lo más resaltante era ese aire de misterio y agresividad que atraía a cualquiera.

- James, - Dijo una voz conocida tras él - ya puedes ir a desayunar yo me haré cargo. - Él volteó y encontró a su hermana parada frente a él con su chaqueta y sombrero de capitán.

- Ok, me avisas cualquier cosa. - Dijo serio aunque ese era su tono natural, era difícil saber cuando estaba molesto ya que su actitud siempre era indiferente. Claro está, todas suspiraban por su forma de hablar, o por un supuesto "acento" misterioso y sexy. Para ella simplemente era la voz de su hermano y aunque no lo demostraran a menudo, entre ambos había una conexión difícil de romper. Finalmente asintió acomodando su cabello dentro del sombrero y se puso tras el timón pues para ella éste era como su oficina, su refugio, su hobbie, su distracción, simplemente era su lugar...

Vió sonriendo cómo su hermano se alejaba y luego fijó la vista en el mar, sentía la calidez de la chaqueta refugiarla del fuerte viento característico de la zona. La mayoría de las chicas -incluso de las mujeres en general-, preferirían seguir en sus camas arropadas y con la cabeza escondida bajo el edredón, pero ella no, todo se debía al simple hecho de que ella no era una más del montón.

*-*-*-*-*

- NO. - Gritó firme la mujer con los brazos cruzados. - ¡YA ES LA MILÉSIMA VEZ QUE TE DIGO QUE NO SALDRÁS CON ESE LUNÁTICO! - Vió como su hija le lanzaba tal mirada asesina que pensó que quería coserle la boca para que no hablara, pero ella era su madre y debía respetarla sin importar nada. Además si las personas vieran eso, traería una mala impresión al pueblo de su familia, ya que, allí en Gran Inagua los rumores era mejor prevenirlos que lamentarlos para no terminar como el soñador y su abuelo.

- Mamá se llama Alex, no lunático. - respondió la chica haciendo acopio de paciencia, su madre respiraba hondo intentando calmarse para no volver a gritar y llamar la atención de los vecinos.

- Irina debes entender que ese pobre chico no tiene ningún sentido de la orientación, es una mala siembra, un animal ya moribundo, su abuelo le lavó el cerebro con esas estupideces sobre piratas y aventuras en altamar. - Su madre avanzó hasta ella y la agarró por los hombros apartándole un mechon rubio del rostro - Ese chico no es más que un lunático que no ve el mundo real, solo fantasías de piratas y barcos, ¿no entiendes la mala reputación que nos traes estando con él? - Ya harta se soltó del agarre de su madre y camino por su lado hasta llegar a la puerta.

- Mamá ya no soy una niña y creo que puedo elegir cuales son mis amigos, Alex lo es y no voy a dejarlo, no me puedes obligar a dejar al único amigo verdadero que he tenido. - Dijo viendo a su madre, cansada de tener la misma discusión cada día, ¿que iba a importarle a ella la opinión de los demás? Alex era su amigo inseparable y no necesitaba el consentimiento de nadie para serlo - Mamá por favor, solo trata de entender. Él es un gran amigo no lo mires con los mismos ojos con los que todo el pueblo lo ve, intenta verlo con los mios, todos juzgan sin saber pero no saben como es ser juzgado. Él no merece esto solo por tener ideales distintos. - Dijo y salió cerrando la puerta con fuerza... Solo es mi amigo... Repetía en su mente mientras caminaba al lugar donde habían acordado encontrarse.

*-*-*-*-*

- Uno... Dos... Tres... - Contaba la chica viendo al techo mientras hacia girar una ligera daga entre sus dedos, su cabello castaño reposaba sobre la almohada y su cara no expresaba otra emoción que no fuera fastidio. Vivía en un barco oficial de La Marina inglesa, sonaba emocionante vivir en el mar pero no lo era, de hecho era todo lo contrario. Su vida consistía en estar encerrada entre esas cuatro paredes, podía salir sola y exclusivamente a cenar, en un vestido grande y vaporoso sinónimo de un corsét tan apretado que lastima los pulmones y un peinado tan pesado que sentía que su cabeza se desprendería de su cuello, el simple hecho de imaginarlo le causaba un odio hacia su alrededor infinito, ella no deseaba esta vida y en cierto modo el sentimiento del mango entre sus dedos la reconfortaba, tal vez era lo mas cercano que había estado de un peligro real.Rió para sus adentros al pensar que si alguien le preguntaba cual había sido su herida mas grande en un barco de la marina ella diría una cortada que me hize yo misma

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