Parte única

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     Tan pronto Kakeru conoció a Haiji sintió una corriente eléctrica surcar por completo su cuerpo, desde las puntas de los dedos de sus pies hasta el último cabello de su cabeza, claramente aquello fue producto de la adrenalina de estar corriendo y la sorpresa ante la pregunta "¿Te gusta correr?"

     Para ser sincero consigo mismo, Kakeru debía admitir que al principio no le gustó Haiji, le parecía molesto, incrédulo e inocente, no entendía cómo podía estar tan confiado en llegar al Hakone Ekiden con aquel grupo de novatos con la mínima o nula experiencia. Claro que mediante pasó el tiempo viviendo en el Chikusei-sou y conviviendo, no solo con Haiji, sino también con los miembros restantes, tanto sus pensamientos como su sentir para con el mayor cambiaron rotundamente. Kakeru empezó a poder apreciar todas las fortalezas de Kiyose que antes, nublado por su rabia, no lograba vislumbrar.

     Al fin, podía decir que tenía un amigo, uno de verdad.

     Y no es que los demás miembros no fueran sus amigos, en realidad Kakeru creía que todo el Chikusei-sou tenía un lazo de hermandad muy fuerte, pero para Kurahara, Kiyose era diferente, con Kiyose todo parecía diferente. Gracias a Haiji el correr era diferente ahora, el salir con amigos, el conocer personas nuevas, el enfrentar desafíos, el vivir era diferente. Kiyose significó un antes y un después en la vida de Kakeru, realmente lo consideraba una persona súper importante, no dudaba que los demás miembros pensaran lo mismo, pero sabía que había algo que hacía que Haiji, para él, significara mucho, muchísimo más.

     Al principio pensó que lo que sentía por Haiji era pura amistad y admiración, ambos se apoyaban mutuamente y Kiyose había confiado en Kakeru como nunca nadie lo había hecho, pero había algo, en su cuerpo o quizá su mente u alma que actuaba de una forma extraña ante diversas actitudes del mayor.

     Por ejemplo, aquella vez que fueron al campo para entrenar y mientras Kakeru, que no podía dormir, se encontraba afuera de la cabaña, mirando el cielo y divagando ante los espectros de su pasado, Haiji había salido con dos tazas de leche caliente que no solo habían calentado su cuerpo en aquella fría noche, sino también su corazón. Pero aquello no había sido lo más relevante de la velada sino el hecho de que Kiyose le había preguntado si tenía novia, hasta el día de hoy sus mejillas siguen coloreándose de rojo al recordar aquel momento, ¿Por qué Haiji le había preguntado eso? ¿Acaso le interesaba? Y si era así, ¿Por qué? Encima, el muy desgraciado, en vez de contestar a las preguntas de Kakeru, se limitó a decir que la noche estaba muy bonita. Obviamente Kurahara no durmió después de eso, pasó gran parte de la madrugada reflexionando sobre qué carajos quiso decir Kiyose, si es que quiso decir algo.

     Kakeru amaba correr, pero el hacerlo junto a Haiji era algo sublime, escapaba de este mundo, se sentía como una experiencia extra terrenal; hacer cualquier cosa junto a Haiji tomaba un tono especial, desde cosas tan simples como cocinar, hacer las compras y hasta comer, todas se volvían experiencias maravillosas si el mayor se encontraba a su lado. Sin duda Kiyose había calado fuertemente en su corazón.

     Pero el momento clave, el auge en su relación y sentimientos con Kiyose fue el último día de la maratón, el último día del Hakone Ekiden, cuando lo vio correr hacia él, con esa bella sonrisa que curaba todas sus heridas, con aquellos brillantes ojos que alumbraban su oscura vida, en ese mismo instante sintió que todo el Hakone Ekiden, todas las personas, se borraban y ellos dos, solo ellos dos eran transportados a otra dimensión donde no eran más que energía que esperaban impacientes poder chocar para así convertirse en una sola fuerza que pudiera con todo. Desde ese día Kiyose significó otra cosa en el corazón de Kakeru.

     Pero el problema radica en que Kakeru no sabía cuál era aquel nuevo significado, la palabra amigo o compañero se quedaban cortas para nombrar a Haiji pero realmente no eran más que eso. El mayor miedo que ahora inundaba al menor era, ¿Qué pasa después del Hakone? Haiji ya no podía correr, todos sabían eso en el momento justo en que el mayor terminaba la maratón, pero de todas formas había dolido, todos habían llorado aquel día que Kiyose les contó sobre su renguera, aunque no fuera necesario dado que era notable a la vista. Kakeru sintió que había perdido un miembro de su cuerpo, una parte de si tan importante, casi como si él mismo fuera quien no pudiera volver a correr, pero ¿Qué significaba correr sin Haiji? ¿Había sentido en correr sin él?

PERFECTO ❝KakeHai❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora