Gustabo un niño de 12 años perdido, solo, asustado y con una sola cosa, un peluche de una abejita... Hasta que un día paseando en busca de algo de comida, en un rincón pudo apreciar la figura de unos 5 niñatos pegando a un pobre e indefenso niño.
Entre todos los olores pudo percibir un olor algo extraño, como zumo de manzana pero muy agrio, de echo demasiado, por lo que supuso que era del pequeño omega al que estaban golpeando sin parar.
Nada mas ver esa escena pensó en salir corriendo del lugar, en cuanto iba a empezar a correr, se acordó de lo que siempre le decía su madre Mar, "Aunque seas un simple omega, tu demuestra quien manda, demuestra que puedes ser incluso peor que un alfa" lo cual hizo que reaccionara, ya que había quedado estático, con la cabeza en infinitas imágenes de sus madres, luchando día tras día intentando mantener una familia, pero repito intentando ya que por culpa de el puto gobierno y toda homofobia que había en su pequeña ciudad acabaron ambas siendo fusiladas.
Gustabo con la mirada buscaba algo con que amenazar a esos niños para que se largaran de allí y de paso no salir de aquel rincón cojeando, o directamente no salir.
Para su suerte, había una especie de metal que si lo cogía por debajo parecía una navaja, ¿pequeña?, si, ¿pero que valía para asustar a unos niños malcriados?, pues también, y así hizo.
Sin miedo alguno se agachó para recoger el trozo de metal del suelo y lo escondió detrás suyo para ver como actuaban los niños al ver que tenia una "navaja", nada mas la escondió decidió salir corriendo hacía el rincón chillando lo siguiente:
"Como no lo dejéis tranquilo os prometo por mis madres, que en paz descansen, que os vais a ir tres metros bajo la tierra"
Así recibiendo toda la atención, los niños se empezaron a reír y a carcajear hasta que nuestro pequeño Gustabo sacó el trozo de metal, así haciendo callar a los niñatos. Gustabo se comenzó a acercar con cautela pero con mucha seguridad.
Los niños bajo la atenta mirada de Gustabo empezaron a retroceder, llegando así al final del rincón, en cuanto se dieron cuenta de que estaba acorralados, se miraron entre ellos con temor y comenzaron a correr cada uno por un lado distinto, dejando así a solas a Gustabo y Horacio que aún estaba en estado de shock por lo que acababa de suceder, nunca ante un niño o niña lo habían defendido de tal manera.
Gustabo se giró así pudiendo ver la cara de un pequeño niño atemorizado, ante eso corrió hacía el niño y se agachó para estar así a su altura.
Horacio al principio se asusto y se echó un poco para atrás pero al ver que el niño que tenia delante tiraba la supuesta navaja al suelo, se acercó con cautela ya que todavía tenia miedo, y lo abrazó sin miedo alguno. Gustabo ante tal gesto se espanto un poco pero fue capaz de reaccionar antes de que ese abrazo acabara.
- ¿Hey como estas pequeñín? - Preguntó Gustabo.
- Bien, gracias por ayudarme - Dijo Horacio algo tímido.
- No es nada. Oye por cierto, ¿Cómo te llamas? -
- Me llamo Horacio, con H de héroe, ¿Y tu? -
- Yo Gustabo, con B de bombón -
- Ala, nunca había conocido a un Gustabo con B - Dijo riéndose levemente, intentando no ofenderlo.
- Ni yo a un Horacio con H - Dijo elevando un poco su risa como señal de que no le había sentado mal que se "riera" de su nombre.
En el momento en el que se conocieron quedaron unidos para siempre aunque ellos todavía no eran conscientes.
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