Erase una vez una chica y otra chica, es algo corta y puede que para ti sea algo aburrida pero con un final algo inesperado, ellas solo tenían diecisiete años, eran tan inocentes para estar en un mundo tan malo, un mundo donde las personas eran malas, tan malas que hicieron que ellas no se amaran ni a sí mismas.
"– Te juro que hice todo bien como me dijiste, Kim.– decía en lagrimas.– tengo miedo de que puede hacer Juan Carlos, tengo miedo que le haga daño a Daniela."
Amarse no era malo, amarse no es un pecado, pecado es destruir a alguien por simplemente amar. Sólo eran dos chicas en un mundo lleno de odio y prejuicios.
– ¡Se llama cómo la tía Daniela! – interrumpió el niño.–
– que coincidencia, ¿no? – Respondió Sebastián entre susurros.–
Eran mejores amigas, la amistad más noble que podría existir en este mundo y aunque nunca se dieron cuenta una a la otra, las dos querían ser más que mejores amigas, su amor era tan puro que por miedo al que dirán nunca se dieron cuenta pero solo bastaba verlas mirarse para ver el amor que se tenían.
Eran la definición del amor verdadero.