26 años, tal vez.

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Era 19 de mayo, de algún año en el futuro. Bastante en el futuro, supongo; vivía con Kuro en un apartamento mediano, un poco pretencioso con la decoración minimalista, combinada con los regalos que nos enviaba nuestra familia de vez en cuando.


Me arreglé lo mejor que pude, peinando mi cabello a la derecha y agarrando con una moña oscura la parte de atrás, esperando que no se esponjara con el calor, o con el sudor... Tal vez debería usar gel para ocasiones especiales como esa.

En todo caso, iba de negro, en un uber a uno de los restaurantes más finos de la ciudad. O de eso trataba de convencerme, mientras pensaba los precios de las comidas mediocres...

En verdad solo iba ahí por la vista. Tenía una terraza dónde apreciar toda la ciudad.

Usualmente ese tipo de lugares se arruinan con el sonido de los autos, la contaminación en el aire, o cualquier altercado callejero... Pero estábamos a unos 15 pisos de altura. 

Era un sitio de lujo, sin lugar a dudas.


Iba a reunirme con Mei. Después de tantos años, debía ser algo especial. Sé que no me olvidaría, pero sigue siendo extraño que las redes sociales permitan contactar personas tras años sin hablar.

Bueno, eso en parte era mi culpa. Nunca dejé de escapar de ella, como si no pudiera aceptar que siguió con su vida.

Pero, hey, esta vez estaba seguro que sería una buena noche. Ella cumplía 26 o algo así, y quería hacerla sonreír una vez más.


Pero el que sonrió como si no lo hubiera hecho en 11 años fui yo. Estaba preciosa, con un largo pero cómodo y elegante vestido, con un cabello sumamente cuidado para un estilo único, y su redondo pero tierno rostro, más maduro que la última vez... Oh, pero lo que más amaba era su fuerte labial, que solo me hacía desear sentir sus labios contra los mío una vez más...

Ella sonrió de vuelta, pero sabía lo que significaba esa sonrisa. La conocía demasiado bien... Pero no le dí importancia. Dejé que los pensamientos me carcomieran el resto de la noche mientras le pagaba una buena cena, y la hacía reír con mis ocurrencias...

Era una sonrisa amistosa.


Como sea, la noche pasó, nos contamos nuestras vidas, fui algo payaso... Pude volver a oír su tierna risa, y me encantaba como hacía juego con la copa de vino que sostenía y veía con dedicación mientras mi mirada enamorada la sonrojaban.

La noche estaba acabando.

Y con ello, mi felicidad.


Ella estaba un poco borracha, quería besarme... Todo mi cuerpo quería lanzarse a ella, sentir su afecto una vez más, amarla como lo había hecho en la adolescencia...

Pero tantos años extrañándola me habían enseñado que debo ser mejor. Que debo analizar la situación, que no solo puedo ceder a mis impulsos y romper el corazón de quienes amo.

-Tienes novio... ¿No es así?- Le dije melancólico, mirando hacia el suelo sin bajar la cabeza, un típico cliché que esperaba entendiera mis sentimientos y lo que acarreaban mis palabras.

-Sí... Pronto nos casaremos...- Dijo con una sonrisa nerviosa, mirando las luces de la animada ciudad. Aún así se acercó a mí.

-Esto no está bien, Mei...- Le dije haciendo un increíble esfuerzo por controlar mis brazos y abrazarla. Eso ignorando claro, el control al rubor de mis mejillas que se manifestaba fuertemente por su suave e inigualable esencia. 

MeiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora