Sus pasos resonaban por todo el pasillo. No había nadie por esos rumbos, ya que la hora de entrada fue literalmente hace dos horas, tenía la suerte de tener receta médica y poder excusarse de la semana que faltó. No iba a mentir, estuvo enfermo de gripe durante una semana completa y no fue nada agradable. Suerte que su padre no vive lejos o no sabría que hubiera hecho estando él sólo con eso.
La campana sonó, indicando que la tercera clase del día iba a dar inicio. Sí, faltó a las primeras dos clases, pero eso no importaba si estuviste enfermo; no hay mejor excusa que decir: "me enfermé" que esa, claro que luego le sigue el: "mi perro se comió mi tarea" o el "se murió mi abuelita", pero esos no iban en esta ocasión.
Llegó a su salón deseado y suspiró. Estaba dispuesto a enfrentar todo de ahora en adelante. Sostuvo con fuerza su mochila, exhaló y como si fuese lo más importante del mundo, abrió la puerta del salón, mostrando a todos sus compañeros observar al pizarrón y a un profesor Kunikida escribiendo ecuaciones innecesarias en él.
Tanizaki, quien junto a Alcott le sonrieron y saludaron, realmente contentos por ver de nuevo a su amigo.
───¡Atsushi!─── exclamó en un susurro Louisa. ─── ¿Qué te ocurrió? ¡Desapareciste!
───¿Todo bien? ¿Necesitas algo?─── cuestionó de inmediato Tanizaki.
Negó con una sonrisa ─── solamente fue una gripe, estoy bien ─── aseguró.
─── ¡Ustedes tres! ¡Dejen de hablar y presten atención!─── exclamó Kunikida, señalando el pizarrón con una muy larga regla de madera, de esas que podían incluso arrancarte un dedo.
Los tres callaron de inmediato, observando la pizarra como si de un mundial se tratase, aunque con mucho menos interés. Atsushi no podía evitar voltear a ver a varios lugares del salón. Algo no estaba bien, algo estaba fuera de lugar, algo faltaba más no encontraba el qué.
Lo dejó para después, supuso que sería algún cuaderno olvidado o algo por el estilo.────
Él estudiaba veterinaria, era su carrera favorita. Siempre fue fan de los tigres blancos; es su animal favorito. En su casa siempre tuvo peluches de ellos alrededor de sus almohadas.
Matemáticas era la única materia que recibía junto a varios de sus amigos porque, aunque quieras o no, aprender sobre cuánto mide un cuadro de diámetro para luego multiplicarlo al cuadrado y terminar haciéndole una raíz cúbica, era necesario en cualquier carrera. A excepción de Derechos, esos malditos futuros abogados tenían una maldita suerte que asusta.Ahora era hora del almuerzo y luego de por fin, una clase más luego de la del profesor Kunikida, pudo juntarse con sus amigos. Todo era un reto para él, soportar las miradas críticas sobre él no era una sensación agradable, además de que era asfixiante y opresora. Mientras estuvo enfermo, su padre le dijo un dicho que de seguro inventó: No importa lo extranngulante que sea el camino, si vas adelante saldrás de ahí.
Estaba muy agradecido con él.
Detuvo su caminar, observando la mesa donde todos sus amigos estaban sentados, riendo y hablando de cualquier cosa. Ahí estaba ella. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo debía actuar?
Se sobresaltó un poco al sentir como era tocado con levedad por un dedo.
────¡Oh! Kyouka ¿Qué tal? ──── sonrió.
La niña le sonrió de vuelta y con toda la prisa del mundo, sacó un trozo de papel de su sudadera.
────para ti. ──── fue lo único que dijo, entregándole el papel por completo y retirándose.
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⸼ ۰❁ཻུ۪۪🍂 ۪۪۫۫ Eres un niño inútil.✧ ཻུ۪۪ Shin Soukoku
FanfictionEres el niño más inútil que he conocido. Tu llanto, tus mocos, piojos y expresiones estúpidas son horriblemente adorables, me repugnas. ┕❥ Historia con temas delicados, por favor, leer bajo su consentimiento. ┕❥ Los personajes utilizados en ésta hi...