POV Samuel.
Era tan bella y tan hermosa mientras dormía. Lo era siempre, pero así parecía un ángel recién bajado del cielo. Tenía unas incontroladas ganas de abrazarla y sentirla junto a mí, atraerla a mi pecho y que este le sirviera de almohada.
No pude evitarlo y roce las yemas de mis dedos sobre la comisura de sus rosados labios. Suaves y húmedos, que estoy seguro encajarían a la perfección con los míos.
¿A que sabrán? A gloria seguro, me moría por probarlos y comprobar que realmente me harían llegar al cielo con su dulce sabor.
Mis sentidos se nublaron cuando su delicioso y fresco aroma llegó a mis fosas nasales. Lleve nuevamente mi mano hasta su suave y oloroso cabello y lo acaricié con adoración.
¿Que coño me ha hecho? ¿Que es esto que siento cuando la veo? Mi corazón parece saltar desbocado cuando estoy cerca de ella, cuando me habla y cuando pronuncia mi nombre, esa forma tan sensual de decirlo me mataba y me daba vida a la vez.
¿Que es lo que me pasa? Esas preguntas no abandonaban mi cabeza.
Y aunque yo sabía la respuesta de lo que me sucedía, no podía dejar de pensar en que momento pasó todo, en que momento todas estas emociones explotaron en mí.
Finalmente tuve el valor de aceptarlo.
Me gustaba, eso lo tenía muy claro, por eso iba a darlo todo para conquistarla. Esta mujer me había hechizado desde el primer momento en que la vi y comenzamos a hablar. Desde aquel día que con una inigualable determinación y seguridad, llegó a mi oficina, dispuesta a conseguir lo que quería, desde ese día me dejó cautivado, solo que hasta ahora me atrevía a aceptarlo.
Seguía mirándola y paseando con descaro las yemas de mis dedos por la tersa piel de sus sonrojadas mejillas.
No podía dejar de admirarla. Por fuera era bellísima, Dios de verdad había puesto todo su empeño en crear semejante criatura hermosa, pero su belleza física, no se podía comparar con la belleza que habitaba en su interior. Era una mujer noble e inteligente, decidida y segura de sí misma y que con su sola presencia era capaz de llenar mi corazón de paz y tranquilidad, eso es lo que verdaderamente me tiene así por ella.
Cerré los ojos y suspiré. Tenía que controlarme y no podía llevar a cabo mis incontroladas ganas de probar esos labios que me llamaban.
Joder es que de verdad era hermosa.
Después de verla dormir durante algunos minutos, Carla finalmente despertó. Maldije mentalmente, la vida se me podía ir observándola y no tendría queja alguna. Me habría encantado pasar todo la noche mirándola dormir, velar su tranquilo sueño, era lo más hermoso y perfecto que mis ojos habían visto en años, sin exagerar.
Por fortuna no había escuchado nada y tampoco se había percatado de que mis traviesas manos se había dado un festín acariciando su bello rostro. Sonreí para mi en ese momento y ella me miro con rareza, aterrice a la realidad y lleve de nuevo mi concentración a nuestro trabajo.
Trabajamos duro durante un par de horas más, le indiqué que ya era hora de irnos, estaba cansada y no quería obligarla a trabajar más de la cuenta, pero ella insistió en que estaba bien y que con lo poco que había dormido sobre la mesa había sido suficiente para soportar trabajar un poco más. Después de avanzar con el trabajo suficiente, le ordené que ya teníamos que ir a casa y tal y como lo habíamos acordado, la lleve hasta su piso y me asegure de que entrara y llegara sana y salva hasta ahí.
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Carla y Samuel: La ley del destino
FanficSamuel García Domínguez es un abogado, director general de uno de los bufetes más importantes de Madrid, su vida es un poco monótona pero trata de vivirla al máximo, ama su trabajo y a su familia, es un hombre leal y apasionado. Su mundo dará un gir...