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En el pasado.

Thorfinn chasqueó la lengua al quitar su daga del cuello de aquel hombre y sentir la sangre salpicar en su rostro.

Canuto chilló horrorizado y el vikingo regresó a su lado sosteniendo un escudo.

— quédate cerca— el brazo libre de Thorfinn rodeó el hombro de Canuto, el príncipe se encogió en el pecho del más bajo.

Estaban bajo ataque, para alivio de todos solo era una banda de bandidos ingleses que buscaban robar sus riquezas y quedarse con la "doncella" que llevaban consigo.

Las flechas seguían estrellándose contra el escudo mientras los oídos de Canuto se llenaban con el sonido de la guerra; le aterrorizaba.

El fuerte cuerpo de Thorfinn se cernía sobre él, protegiéndolo, una especie de protección diferente a la de Ragnar. Canuto respiró hondo, el olor varonil del vikingo se impregnó en su fosas nasales, aceleró su corazón y le hizo sentir seguro.

Después de unos instantes las flechas dejaron de llegar, la pequeña batalla ya había llegado a su fin.

— ¿Estás bien?— preguntó Thorfinn mirándolo fijamente.

Tembloroso, Canute alzó la vista, mirando el duro rostro del guerrero, manchado de mugre y sangre, aún así el príncipe se encontró embelesado con el aspecto desaliñado de su guardaespaldas, pues era diferente a lo que estaba acostumbrado.

Eso le emocionaba.

— ¿princesa?— gruñe Thorfinn.

Canute sale de su pequeño sueño despierto y se aferra a las ropas del guerrero, temiendo por el nuevo sentimiento que se arremolinaba en su interior.

— te...tengo miedo...— murmuró, abrazándose a su pecho.

Lo escuchó gruñir, cerro los ojos con fuerza esperando un seguro empujón, sin embargo, el brazo de Thorfinn se deslizó a su cintura y lo mantuvo cerca de su cuerpo.

Su corazón estaba acelerado ¿En que estaría pensando Thorfinn? Lo estaba abrazando de manera tan íntima... O así lo sentía, tal vez solo quería cumplir a la perfección su papel de guardaespaldas.

Los vikingos se detuvieron para inspeccionar los daños de aquel imprevisto ataque y seguramente saquear los cuerpos de los ingleses, Askeladd decidió asegurarse él mismo de la seguridad del príncipe.

— ¡Hey Thorfinn! ¿Qué le estás haciendo al príncipe?— pregunta Askeladd, viendo las piernas de la realeza asomarse a penas detrás del cuerpo de su subordinado.

— tsk, solo lo estoy protegiendo— contesta, apartando su cuerpo.

Canute sé sintió vacío unos instantes, antes de notar la burlona mirada de Askeladd sobre ambos, se cubrió el rostro pensando en lo sonrojado que debía estar.

— príncipe tome, para el susto— llega Ragnar sosteniendo una cantimplora— ¿Le sucede algo, Su Alteza?

Con la risa de Askeladd resonando en la cabeza de ambos, Canuto tomó el líquido intentando pasar el bochorno.

El resto del viaje fue tranquilo, Canuto dormía apoyando su cabeza sobre las piernas de Ragnar mientras Thorfinn limpiaba su daga, mirándolo en ocasiones.

Thorfinn, aunque no lo pareciera, no pudo dejar escapar la exquisita belleza de Canuto, le costaba mucho admitirlo y jamás lo haría en voz alta; pero el príncipe era lo más hermoso que había visto en toda su vida.

— ¿Por qué estábamos bajando el ritmo?— pregunta Ragnar mirando las ruedas— ese inútil de Askeladd ¿Quiere que nos encuentren? Tengo que hablar con él.

El vikingo rodó los ojos mientras con delicadeza Ragnar posaba la cabeza del príncipe sobre una piel de oveja que usaban a modo de manta.

Ragnar se bajó del carro, Thorfinn guardó sus dagas ya limpias y apoyó la mejilla sobre el puño, sin apartar la mirada del príncipe durmiente.

Por su mente pasaron los acontecimientos de la tarde, cuando sostuvo la delgada cintura de Canuto por puro gusto mas que por deber pues el príncipe se aferraba con tanto afán a su cuerpo que quebrantó su voluntad.

Estaba consiente de que sus sentimientos por Canuto eran un tanto diferentes, sin embargo intentaría no prestarles atención.

— mng...— lo escuchó murmurar entre sueños, Thorfinn se sintió un poco curioso así que se acercó más al príncipe durmiente— Tho...fi...— escucho a penas.

El corazón del niño vikingo golpeó en su pecho con fuerza, sentía el rostro caliente a pesar de los vientos fríos que chocaban contra este y la garganta se le seco en un instante.

Regresó a su lugar con el corazón descolocado, dejando que la fría brisa intente calmar su tormenta interna.

𝕰𝖗𝖌𝖎 [Thornute]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora